viernes, 25 de noviembre de 2011

Crónicas de una computadora ( V y FINAL ) RELATO POR ENTREGAS

¿Y si desverificara el altavoz y me quedara en silencio? Me lo pensaré.

No lo he hecho, me da pena que mi ama no pueda hacer nada de nada si no hablo y encima no me ve.

Ya han pasado 15 días desde que el "chivato se largó. Y ya estaba yo cantando victoria pensando que no lo iba a ver más, cuando mi amita se ha presentado con él, colocándolo de nuevo en su sitio. Nos ha hecho "unirnos", y, ¡sorpresa: el "chivato que no funciona!. Ella, naturalmente, ha recurrido a sus aliados de siempre: los dos "tiflos" éstos. Y el uno, que dale aquí, la otra que allí no, que acá, total, que con un simple y tonto cambio de número, el "chivato"
ya se ha puesto a su faena, y mi dueña más contenta que unas Pascuas, mandándome transmitir agradecimientos a esos dos.

Estamos en Marzo. Todo el mundo habla de virus, antivirus y no sé qué historias. Me han metido en otra "jaula", junto al "chivato", naturalmente, y me mueven, me depositan en un lugar, y me sacan de mi encierro. ¡Cielos, me topo con el "tiflo", al que ya casi no recordaba. ¡Y venga a tocarme!, ¡y venga a meterme no sé qué! ¡Ah, sí!, es un antivirus! ¡Hombre, ya me cae mejor el amigo!, por lo menos me ha puesto algo que me protegerá para que no me ponga malito.

¡Será cosa de agradecerlo y portarme como un señor ordenador! Así que lo dejo trabajar sin hacerle ni una trastada, y todos tan contentos.

Hoy es un día de Marzo y mi ama está eufórica porque se ha metido en unos grupos de amigos donde, naturalmente, también me ha metido a mí. Parece que ahí se ha reencontrado con ex profesores y ex compañeros de su colegio y ¡vaya lata que nos dan con sus mensajes de alegrías! Ella vuelve a pasarse hasta las tantas de la noche chateando con ésta y el otro. A veces está eufórica y me trata a cuerpo de rey. Otras en cambio, se enfadan entre los humanos y me aprieta mis "huesos y músculos" furiosa, y se dicen unas cosas... Bueno, yo esto no puedo contarlo, porque sería una traición a mi amiga (¿sabéis que ahora la entiendo mucho mejor, y ella me entiende a mí también y nos hemos hecho cómplices?) Por eso no cuanto absolutamente nada de lo que me dicen ni de lo que yo digo.

Ya han pasado la primavera y el verano, sin novedades dignas de destacar. Mi dueña a veces me da una orden, luego se arrepiente y me manda deshacer ésa, dándome otras, al minuto no sabe cómo decirme que no cumpla la orden antes dictada... y yo me cabreo, me bloqueo, y ya tenemos a "doña tiflo" tocándome por todas partes, hasta que consiguen lo que quieren. Este verano es bochornoso, parece que a mi amiga le aprieta el cansancio y no tengo mucha actividad.

A veces me mete algo en uno de mis "agujeros" y comienza a hablar ella, su voz se clava en "mi cerebro" (disco duro), lo que me ha metido debe de ser un "micrófono" que me taladra, pero que al mismo tiempo me evita mover los "huesos" (teclas), porque cuando ya deja de hablar, ella me toca y yo mando a otro "compañero" todo cuanto ella ha dicho, y me quedo tan descansado.

Este verano también me ha dado buen trabajo una manecita blanda, que parece la de un niño. Me ha dado buenas matracas para que juegue con él y con sus amigos.

Hoy, queriendo o sin querer, me ha ordenado que me silenciara, y yo, naturalmente, he obedecido. Me he quedado mudo. ¡No quieran ni oír los gritos de mí amita al notar mi mudez! Se ha enfadado con los dos: con el niño y conmigo. Pero como ahora los niños son tan listos, y el pobrecito de marras se ha visto muy apurado con los gruñidos de mi ama, rápidamente me ha dicho: "Habla, que la señorita se va a poner enferma". Me ha pinchado en mi ratón para desverificar el silenciador y yo he salido hablando como si nada hubiera pasado.

Y ya estamos en Septiembre. Mi amiga está muy triste; algo gordo le pasa. Tiene muchísimos amigos, sobretodo de allá lejos, de la otra parte del Atlántico, amigos que la quieren y la animan. Que me mandan constantemente sus mensajes de cariño y amistad para que se los transmita. Pero algo no anda bien. Yo sé todo, todo lo tengo en mi "cerebro", pero no me pregunten nada. Yo, fiel a mi labor, y mucho más a ella, jamás lo contaré, aunque me toca compartir sus tristezas y sus alegrías. ¡Así deben de ser los verdaderos amigos!

Fin.

Autor:
María Jesús Cañamares.

No hay comentarios:

Publicar un comentario