martes, 1 de noviembre de 2011

Sobre el empleo para sordociegos

El acceso al empleo de los sordociegos es muy restringido. La mayor barrera es la comunicación, por lo que los empresarios rápidamente nos rechazan cuando saben que tenemos esta doble discapacidad.

La formación en materia educativa y laboral para las personas sordociegas supone un gran reto que no todos logran alcanzar. Quienes tenemos la suerte de haber cursado estudios, por haber gozado de visión o audición durante los primeros años de nuestra vida, lo tenemos un poco más fácil a la hora de buscar empleo, pero quienes nacieron sordociegos, prácticamente es imposible que trabajen. 

La ONCE es, por el momento, la única entidad que ha proporcionado a nuestro colectivo un medio de ganarse su pan, bien en la venta del cupón, o bien en alguna de sus bibliotecas e imprentas, ya que nosotros por más que no vemos ni oímos sí tenemos dos manos y un cerebro bien desarrollado en la mayoría de los casos con los que podemos trabajar perfectamente si se nos forma bien, es más: un empleado sin limitaciones, se puede distraer en el trabajo por el
ruido del teléfono del jefe, porque oye pasos en el pasillo y está atento a la puerta, porque hay una mosca sobrevolando la mesa y la intenta atrapar.... Un sordociego todo eso no lo percibe, por lo que esta totalmente concentrado en su trabajo.

Mi primer empleo, aunque dicho así resulte irrisorio, fue el de arreglar aves para un bar de cuenca. Se hacía aquí, en casa de una vecina, cuando me lo propuso me negué porque pensé que sería incapaz de arrancar una pluma a esos animalitos, ya que no sabía hacerlo y además me parecía que me arrancaba yo un miembro de mi cuerpo. La mujer insistió, me dio todo lujo de explicaciones y acepté. Puedo definir aquellos 2 o 3 años como inolvidables. Sólo se hacía en temporada de caza menor, de octubre a febrero pero el dueño del bar LA PONDEROSA fue el primero que tuvo ocasión de comprobar que yo le dejaba las perdices y tórtolas mejor que algunas de mis compañeras con vista. Fue una pena que aquello terminara porque la ilusión de levantarme cada mañana para ir a reunirme con las demás y el tener las manos ocupadas y la mente distraída, además del sentirme útil, valieron la pena.

Las dos ocupaciones siguientes me las dio la ONCE como no podía ser de otra manera, ya que ha sido la única que se ha volcado en nosotros y siempre
creyeron en nuestra capacidad de trabajo. Primero, al poco de acabar lo de las aves, me ofrecieron dar clases de Braille en mi agencia de la ONCE en Cuenca. Unos 2 o 3 cursos (no lo recuerdo exactamente) en los que pude convivir día a día con afiliados y no afiliados a la entidad; pude enseñar lo que yo sabía, pude también ganarme unos dineros que obviamente me servían para mis caprichos personales, y, lo que es mejor, pude sentirme útil a la sociedad.

Luego me ofrecieron realizar copias de 11 libros que ya estaban deteriorados y tenía que pasarlos a limpio. Lo hacía con mi máquina de escribir en braille. Pero eso duró sólo unos 2 meses, ya que posteriormente, la ONCE lo hace en un momento, con escáneres e
impresora braille, por lo que no les resultaba rentable tener empleados como yo que lo hiciera de forma manual. A partir de ahí, se acabó mi etapa laboral porque ya por más que lo intento no logro tener un trabajo. Me he apuntado actualmente a un proyecto de FUNDOSA por el que se negocia con otras empresas para que podamos realizar algún tipo de teletrabajo. Pero de momento todo está en etapa embrionaria.

La ONCE siempre ha luchado por emplear a sus afiliados dentro y fuera de su seno, por lo que pone todas las facilidades a aquellos empresarios u organismos que deseen darnos empleo. Por ejemplo les facilitarían a los afiliados si es necesario el material tecnológico para el desempeño laboral. Orientarían al empresario sobre como comunicar con nosotros, e incluso si fuera necesario, pondrían los medios para que un mediador estuviera con nosotros en los
primeros días de nuestra contratación de manera que poco a poco el empresario y nosotros nos fuéramos adaptando a la situación. Aun así, es muy difícil hacerles creer en nosotros. Y para nosotros es muy duro ver cómo en cuanto decimos que somos sordociegos se nos niega un puesto de trabajo que ni siquiera saben si lo vamos a poder hacer bien o no.

No obstante, tendremos que ser nosotros mismos quienes luchemos y demostremos lo que somos capaces de lograr, nadie nos dará nada hecho, habrá que ir a por todas.
María Jesús Cañamares Muñoz

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