sábado, 31 de diciembre de 2011

VIVENCIAS EN UN BUS . NOVELA CORTA ( XXXII)

X


  El día 22 por la mañana está previsto que regresen los jóvenes cantantes de su minigira. Se ha contratado el bus para las 3 de la tarde, hora en que llegarán al aeropuerto de Valencia, donde las recogeremos y les brindaremos una estupenda comida en la albufera,  uno de los lugares más preciosos de Valencia.
Todos estamos nerviosos y  contentos, deseando que aparezcan las futuras estrellas. Los niños están terriblemente alborotados: se pegan, se abrazan, lloran, ríen. Todo menos estarse quietos en el asiento. Don Jaime va a perder la paciencia y seguramente nos va a atar a todos en los respectivos asientos para que no corra el riesgo de vérselas con la guardia civil por algún percance. Ya se enteró del incidente de Toni y ha quedado bien apuntado en su libreta mental para que no le suceda algo parecido.
  Silvia es un verdadero primor; tengo que reconocer que es preciosa, espabilada y muy tragona. Ha engordado mucho y ya pesa cuatro kilos y medio. Irma también se ha embellecido tras el alumbramiento: ha estilizado mucho la figura, su cara parece más luminosa, más alegre... Pero Toni es el que más me llama la atención. Tan pronto coge a la niña en brazos y le canta hasta dejarla dormidita, tan pronto le cambia el pañal en cuanto nota que se ensucia, tan pronto le da el biberón.... ¡Vaya suerte que tiene esta niña.
Sol no deja de acercarse a ella y tirarle lo primero que lleva en la mano. Dice que su hermanito será mucho más guapo y que Beto también es más bueno que la pobre criatura, que por no molestar, no llora una sola vez en todo el tiempo que yo voy en el bus, y por la noche en casa, según Toni, la tienen que despertar para que coma. Es un lujo de niña.

  A las 3 en punto, aparecen los cuatro jóvenes con todos sus bártulos a cuestas. Todos nos abalanzamos a felicitarlos y besarlos a la vez.
Las chicas piden socorro:
  --¡Por Dios, Xebi, que me vas a matar, que me haces daño, que me matas a Osquitar, no seas niño y déjame abrazar a solecito!
  ¡Ay, Irma, qué fuerza más brutal tienes, por favor, déjame var a mi sobrina, caramba, no seas animal!
  --¡Abuelo, abuelito mío, qué guapo estás, ven, que te voy a coger a hombros!
Atónitas, vemos cómo Rubén coge en volandas a don Blas y se lo arroja a Ana Nelys en los brazos, la cual lo estrecha fuertemente contra su pecho y le susurra al oído lo mejor que sabe decir. Porque don Blas, rojo como la cereza, también le devuelve el abrazo, y en un rapto de amor y felicidad, la besa en los labios largamente.
  --¡Abuelo, ahora besa a mi novia, guárdale algo de lo que te sobre con Ana.
  Don Blas no sabe hacia dónde dirigirse. ¿Quién es la loca que se ha prendado del niño éste? ¿quién le ha hecho perder el seso a su Rubén Darío?
  Auxy, cariñosísima y empalagosa, se le acerca y lo besa repetidamente.
  --Abuelito lindo: ya no tienes que salir de tu casa. Si la dejas, Anita será tu compañera toda la vida, ¿no te lo ha dicho? Pero además, Rubén y yo nos vamos a quedar en esta ciudad para siempre. YO seré ahora la secre de la discográfica; Rubén será el director. Vamos a poner aquí una sucursal, y los Pacos se encargarán de la de Barcelona.
  --¡Jajajaja, hala, ya te lo ha soltado todo, abuelo, no me ha permitido ni una sola palabra! –y dirigiéndose a Auxy, le estampa un beso sonoro en la mejilla y le dice: ¡a las mujeres no se os carcomerá nunca la lengua, porque la ventiláis al máximo, jajaja!- Don Blas, atónito por lo que oye, se dirige a Ana:
  --Anita, querida mía, ¿y cómo les digo yo a mis hijos lo que te quiero y lo que te necesito a mi lado? ¿tú crees que aceptarán que formemos un hogar?
  --Todo está hablado, no tienes nada que temer. Me costó mucho convencerlos de que seré para ti la mujer que tanto necesitas y que te cuidaré con cariño, esmero y amor. Rubén ha puesto lo demás, hasta que tus hijos han accedido a que pases conmigo el resto de tus días. Seguramente están apunto de llegar también para celebrar este gran día para todos.

viernes, 30 de diciembre de 2011

VIVENCIAS EN UN BUS . NOVELA CORTA ( XXXI)

Diciembre, el último mes del año, ya está aquí.
Jaime sigue como chofer del bus, ya que a Toni sólo se le ha ocurrido que, después del permiso de paternidad que pidió por el nacimiento de Silvia (Monzón), podía cogerse una excedencia y cuidar a la niña durante unos meses para aliviar a la mamá de algún peso. Con Jaime no nos va mal, la verdad sea dicha, y en parte, cumple muy bien con su trabajo, pero a mí no me ofrece la misma cantidad de información sobre la ciudad ni sobre los viajeros de este bus, porque él no los conoce tan a fondo como Toni.

  Hoy se han ido todos a celebrar la patrona de los ciegos, Santa Lucía.
La misa ha sido celebrada en la catedral de Valencia y luego el bus nos ha llevado a celebrar la comida a un restaurante de Cullera donde parece que la gente lo ha pasado muy bien y algunos, hasta vuelven un tanto calentitos por los tragos.

Tanto es así, que Xebi y paco Fuster, como no podía ser de otra manera, vienen todo el rato cantando, unas veces villancicos, otras saetas, piropean a las chicas, juegan con los perros-guía.... ¡Pues menudo es el repertorio de chistes que nos tiene don Manuel Vergara! Lena se ha enfadado con él porque hasta verdes los cuenta, y naturalmente no son nada apropiados para Solecito y Beto, quienes en un momento dado, preguntan:

  --Mami, ¿qué es eso de hacer el amor?
  --Papito, ¿pero por dónde va a salir Óscar cuando venga mamá? Porque si la cigüeña no existe, dime tú cómo ha nacido Silvia y cómo hemos nacido nosotros.
  --Papi, ¿pero cómo dicen que las niñas son vírgenes, si sólo está la virgen María?

  Y así constantemente, hasta que a los padres se les acaba la labia y la paciencia.
  Al pasar frente a la plaza de la Reina, el móvil de Blas suena de forma insistente, el hombre se pone nervioso y no acierta a descolgarlo, pide ayuda y al final, da un grito que a todos nos deja la sangre helada:
  --¡Vienen el día 22, como la lotería de Navidad!, ¡ay, mi nieto, mi niña, cómo me alegro, ya los tenemos aquí para pasar las Navidades!
  --¡Pero qué dice! –le pregunta Xebi, sin dar crédito a lo que oye- Cris no me ha llamado.
  --Ha llamado mi nieto. La gira por el momento se ha acabado, aunque tienen pensado si no pasa nada, volver para el verano porque se han dejado a media España con sabor a poco. Pero ellas quieren volver, están cansadas y tu Cris parece que no anda muy bien.
  --Pobrecita mía, es que Óscar ha sido muy oportuno, jajaja. Si ya se porta mal en el vientre de su madre, no quiero ni pensar en cómo lo hará cuando esté fuera, y acompañado de esta buena maestrita que le enseñará lo que el nene no sepa, -y dirigiéndose a Solecito le da un sonoro beso y le pregunta: ¿verdad que sí, bichín?- La niña se siente el centro de atención de todo el coche y responde afirmativamente con la cabeza sin dejar de reír a carcajadas.

  --¿Porqué estás tan seguro de que vas a tener un varón?- pregunta Lena un poco fastidiada- ¿Es que las mujeres no tienen derecho a nacer?
  --¡Mujer, no te enfades, es un supuesto; naturalmente que tenéis derecho a nacer, es más: si no fuera por vosotras, ¿cómo nacerían los hombres, cómo nos arreglaríamos en la vida sin una manita blanca que nos acariciara, que nos planchara, que nos curase cuando estamos enfermos? YO no sabría vivir sin una mujer en mi casa; cuando me independicé de mi familia, le prometí a mi madre que jamás dejaría de llamarla y de ir a verla y que si me casaba como si no, ella siempre sería la dueña de mi persona.
  --Entonces, espero que se lleve bien con tu mujer, porque si no, tendrán que sortearte –le dice Paco soltando la risa-. YO no tengo ese problema porque eso no se lo digo yo a ninguna mujer ni en sueños, aunque las ame con toda mi alma, pero mi persona es mía y de nadie más.
  Así fueron charlando, así fueron vaciando el bus para bajar cada uno en la parada más próxima a su domicilio.

jueves, 29 de diciembre de 2011

VIVENCIAS EN UN BUS . NOVELA CORTA ( XXX)

IX

  Justamente hoy sábado, se cumple un mes desde el nacimiento de Silvia y la partida de las chicas hacia la gira.
  Al llegar a la parada de la avenida del Puerto, donde he de coger el bus para asistir a la invitación hecha por Paco y Lena, el corazón me da un vuelco: ¡Toni, Toni con algo en los brazos, está subido en su asiento! A su lado se agolpa toda una muchedumbre que lo besa y le da palmadas en el hombro. Me acerco más y veo la cara de un angelito de ojos grandísimos, pelo abundante y muy negro y tez morena. Toni, al verme, me tiende la mano y me presenta a su retoño.
  --¡Gracias a Dios que ya la tenemos aquí!- le digo sin poderlo evitar. Al minuto me arrepiento de haber manifestado mi entusiasmo por la niña, ya que me fijo en que a dos pasos de ellos, Irma recibe también besos y achuchones. Entrega de paquetes para la niña, un ramo de flores que se deja ver de manos de Paqui Moreno y Paco Rodríguez, los de la discográfica... Yo no sé qué hacer, no quiero abrazarla pero por otra parte, sería falso decir que no me alegra su maternidad y su pronta recuperación. Le tiendo mi mano, que ella coge, tirándome suavemente hacia sí; me abraza y sólo me da las gracias, pero sinceras, de corazón. Me avergüenzo de mi comportamiento y agacho la cabeza, yéndome hacia el fondo del coche donde encuentro a don Blas, que, sonriente y feliz, le está contando a don Saúl Orea y a don Tomás:
  --Las chicas están teniendo muchísimo éxito en la gira; esta mañana han partido para Cataluña. Mis hijos se han tenido que ir porque ya no pueden dejar la empresa tanto tiempo sin su presencia, y como el chico no está tampoco se han ido ellos. Yo les he dicho que me dejen aquí este invierno, y al que viene, ya me iría con ellos en caso de agravarse mi estado físico o mental. Han titubeado mucho, me han insistido más en que me fuera, pero viendo mi negativa y seguros de que pronto volverán por aquí, me han dejado tranquilo y se han ido sobre las seis de la madrugada para reunirse con los jóvenes dentro de unas horas.
Por otro lado, Ana me ha telefoneado y me cuenta que lo están pasando muy bien, que la gente las acoge siempre con una hospitalidad emocionante y que ya han empezado a vender discos. Sin embargo, tienen ganas de venirse para acá, cada cual por diversas circunstancias.
  --¿no te las han contado? –bromea Tomás para sonsacarle algo-, debe ser interesante saber los motivos por los que, a pesar de la fama que están teniendo, desean volverse a casita.
  --Pues... Cristina, porque creo que está pasando malos días, ya que parece que lleva dentro de ella otro u otra artista. Auxy... porque se acuerda de su hermana y sobrina, y Ana es la que no me ha dicho nada.
  --Ana, ¡jajajaja! –ríe don Saúl Orea- Ana... no, nada, mejor me callo, Blas, no sea que me demandes por decir lo que pienso.

    Bien, pues Paco y Lena ya han pasado por el registro civil para formalizar su unión matrimonial. Ella va vestida con un sencillo traje de novia color beig, o lo que ahora llaman blanco sucio. Su pelo, graciosamente recogido en un moño, es adornado por una coronita del mismo color del vestido. Lleva un ramito de rosas y claveles u su cara irradia felicidad por todos los poros.

Paco, vestido con un traje azul marino, camisa blanca y con la misma expresión en su cara que la de Lena, nos saluda sin soltarla de la cintura. Beto, a su otro lado, bincha y los abraza a los dos por turnos. La algazara empieza tirando a la novia un buen puñado de arroz por parte de cada uno de los allí presentes, antes de subir al bus que nos llevará al restaurante ALOHA. situado muy próximo al puerto de Valencia a espaldas de la oficina de correos. Abrieron  el restaurante hace 4 años y desde entonces están  trabajando para ofrecer a sus clientes una cocina casera de raíces valencianas, comenzando por una variedad de entrantes (Esgarrat con mojama, calamares, chipirones en su tinta, all i pebre de anguilas, caracoles, tellinas, clochinas, etc). Para continuar unos excelentes arroces, haciendo  especial mención de sus  ARROS EN CARRANC (caldoso), paella valenciana, fideuá de fideo fino, paella de marisco, etc. Los pescados según mercado recomendando sus XUQUET DE RAP, una buena dorada, la pescadilla de playa etc. Pero si prefieren una carne disponen de un entrecotte o solomillo con sus diferentes salsas (roquefort, pimienta, salsa de cebolla o a la crema de champiñón). Terminando con  postres todos ellos de elaboración propia:  puding de almendra, tarta de chocolate con licor de bailys, etc.
  Disfrutamos de lo lindo todos, y los recién casados nos tuvieron por ahí hasta las tantas de la noche. Solecito y Beto estaban increíblemente despejados, y además se lo pasaron especialmente bien, sin reñir una sola vez.

El único melancólico era don Blas, que no acertamos a sacarle un solo chiste, ni una sola gracia en todo el día. Cansados y con el ánimo de poder repetir la juerga otro día, nos dirigimos al bus de nuevo para que don Jaime nos condujera a cada cual a su destino. 

miércoles, 28 de diciembre de 2011

VIVENCIAS EN UN BUS . NOVELA CORTA ( XXIX)

Por la tarde, los niños vienen al bus repletos de alegría. Por lo que van comentando, han visitado el zoo y han visto todo tipo de animales. A Beto parece que lo que más le ha gustado han sido los monos, a los que dice que admira por su gracia y su docilidad. Sol se decanta por las cotorras y los loros a los que imita en el bus con una perfección que a todos, incluso a Blas, nos ha hecho reír a carcajadas. Lena, feliz nos anuncia una buenanueva:
  --Dentro de un mes nos uniremos Paco y yo para siempre en un mismo hogar, de modo que contrataremos el bus para que nos lleve a algún sitio donde podamos degustar una paella todos juntos, están invitados todos ustedes; creo que también vendrán Toni e Irma si la niña engorda un poquito y la dejan salir de la incubadora.
Todos los conocidos de la pareja aplaudimos la noticia con entusiasmo. Beto sonrió y le dijo a Sol, quisquilloso:
  --resulta que ahora voy a tener yo papá antes que tú porque tu mamá no se casará con Xebi hasta que no vuelvan de la gira.
  --¡Pero mi mami nos va a traer un bebé prontito, guapo, para que te chinches!
  --¿qué, qué dices? –preguntó Lena asombrada-.
  --Es cierto, pero no lo han querido decir a nadie porque mamá dice que hace solo un mes que llamó a la cigüeña y no quiere que lo sepan.
  --¡No mientas, Sol, eso está muy mal y te saldrán los dientes largos como a las brujas.
  La niña se echó a llorar rabiosa y muy enojada, gritando a todo pulmón:
  --¿Porqué no me creen? ¡no miento, es la verdad, pregúntenle a Eusebio y lo verán.
  Don Tomás Zaragozá, la cogió en brazos y trató de calmarla, dándole una chocolatina y diciendo.
  --Bueno, monina, no chilles de ese modo que pareces una cotorra del zoo. Me dirás cómo se llamará tu hermanito o hermanita, ¿verdad? Anda, dímelo a mí bajito, que nadie se entere.
  La niña, mimosa, al sentirse arropada por el caballero, susurró a su oído algo que no oí.
Don Tomás, haciendo alarde de ser el primer conocedor del nombre de la futura hermanita –o hermanito- de Sol, nos dijo:
  --Si es niño le pondrán Tomás, como a mí, ¡hala!, y si es niña dice que se llamará Angustias.
  --¡Noooo, no he dicho eso, no es verdad! –grita Sol tratando de defenderse- si es niño le vamos a llamar Óscar. Pero yo quiero que sea niño, como Beto, porque si es niña le voy a pegar.
  Don Tomás suelta la carcajada sin poder remediarlo.
  --¡Diablo de niña!, ¿y porqué tienes que pegarle a nadie, mochuela? ¿no sabes que eso está muy feo?
  --Pues que no me quite mis juguetes.

martes, 27 de diciembre de 2011

VIVENCIAS EN UN BUS . NOVELA CORTA ( XXVIII)

Don Blas no puede contener las lágrimas por más tiempo. Al oír las últimas palabras de ana, los sollozos lo ahogan. ¡pensar que se le va su única alegría, su única ilusión...!
Ana, para no alargar más tiempo la despedida, le da un beso en la mejilla y le dice disimulando la pena que la embarga:
  --¡No sabía yo que mi amiguito era llorón, hasta la vuelta, don Blas, y que no me entere yo de que se encierra en casa y no duerme ni come. Cuando volvamos, su nieto y yo nos ocuparemos de alegrarle la vida.
  Se despide de todos nosotros y baja del bus como una flecha encaminándose al lugar donde han quedado todos para reunirse.
  A las doce de la mañana, un guardia municipal acompañado de un señor de mediana edad, nos avisa que este bus tendrá durante unos días, hasta que Toni vuelva, otro chofer.
El caballero sube al auto y nos saluda con una sonrisa:
  --Mi nombre es Jaime Sierra. Estaré a las órdenes de ustedes hasta que mi compañero pueda volver otra vez a ocupar este puesto. Por el momento, no viajaremos ya hasta mañana por la mañana, y lo haremos a los jardines del Real, o Viveros, tal cual se me ha ordenado.
  Silencio sepulcral. Echaríamos mucho de menos a nuestro Toni, ¡nos costaría horrores adaptarnos a este nuevo caballero que nadie conocía y que... en fin... que no sé yo si se me brindará a contarme historias de los viajeros para que yo se las cuente a ustedes y a reservarme el asiento de su lado cada día. Ya veremos. Espero, eso sí, que no me la juegue.

  A las ocho de la mañana estoy en la parada de la Plaza de España de donde ha de partir el bus con don Jaime como nuevo chofer. NO veo un alma conocida. Me siento triste, vacía...
A los diez minutos llegan varias caras que me son familiares. Nadie ríe, nadie habla.
Lena es una de las personas a quien primero saludo, y que me informa:
  --Sé que Toni salió de la comisaría porque los de la discográfica que se han llevado a las chicas de gira, o sea, los hijos de Blas, dieron una buena suma de dinero. Ahora lo que hay que esperar es que la niña e Irma se recuperen pronto. Beto se fue a casa de Xebi anoche y ahora tengo que ir a por él y  a por sol para llevarlos al parque de los Viveros, ya que Xebi trabaja, Paco también... La niña es un verdadero torbellino, no sé si esta noche habrán dormido sin pegarse dos coscorrones mutuamente.
  Llega el bus. Don Jaime da los buenos días y cuando ya nadie más sube, arranca el coche de golpe. ¡Malo, Toni nunca lo hacía así! Pero este no es Toni, caramba, es otro y cada cual tiene su modo de conducir.
  Llegamos a los jardines, y yo me bajo con el resto de los viajeros pero ya saben: no voy a contar lo que ocurra en la excursión, sólo les cuento lo sucedido dentro del bús.
Un poco de Historia:
  Vertebrada por un parque extendido a lo largo del antiguo cauce del río Turia, dotado de excelentes instalaciones deportivas, recreativas así como de amplias
zonas verdes. Los Viveros o Jardines del Real, uno de los espacios más notables de la ciudad que destaca por su extensión, rica jardinería, la profusión
de monumentos escultóricos y fuentes que realzan su entorno. Alberga en su interior el Zoo y el Museo de Ciencias Naturales con sus colecciones de Paleontología,
Malacología, ecosistemas valencianos y la aportación valenciana a la Historia Natural.

lunes, 26 de diciembre de 2011

VIVENCIAS EN UN BUS . NOVELA CORTA ( XXVII)

El de Tráfico siguió firme en su decisión, pero nosotros también en la nuestra. Auxy lloraba desesperadamente y pedía que la llevaran al lado de su hermana. Un transeúnte que pasaba en ese momento por allí, se ofreció a llevarla, pero no sabíamos con exactitud a qué clínica, ya que nadie nos dijo nada. Supusimos que la tendrían en el hospital La Fe, que era el más cercano.
Tras varias llamadas telefónicas a dicho hospital, nos constataron que efectivamente allí estaba Irma Guadalupe, en el paritorio. Auxy subió al coche del caballero que se brindó a llevarla, pero ante la desconfianza o el temor de ir con un extraño, doña Rosa Mari Busto subió junto a ella.

Cuando todos nos hubimos montado de nuevo en el bus mientras el guardia se llevaba a Toni sin piedad a la comisaría más próxima, Lena sugirió a Don Blas y a don Tomás –los caballeros más mayores del coche, que se fueran ellos a descansar a sus casas. Los niños tampoco podían pasar horas y horas aquí, por lo que Xeby decidió que se los llevarían Cristina y él a su casa, al menos a Beto y a solecito.
Los dos caballeros se negaron rotundamente a salir del coche, y los niños, entusiasmados por poder pasar una tarde-noche juntos, se fueron cantando en otro bus que los llevaría a su barrio.

  La tarde iba cayendo y nadie se movía.
Paqui Castillo y Manolo, su marido, bajaron al bar más próximo y nos trajeron unos bocadillos que todos agradecimos enormemente, no por el hambre, sino por el gesto tan amable que tenían.
Los señores Rodríguez Moreno nos anunciaron que salían a hacer los últimos preparativos para la gira de los jóvenes.
La angustia se apoderó de nosotros cuando la noche se vino encima, la guardia civil no nos quitaba ojo, y nadie nos daba señas de Toni ni de Irma.
Por fin, don Blas y don Tomás se dirigieron al guardia para pedirle que nos tuviera al tanto de lo ocurrido con el chofer, siquiera por piedad.
A los cinco minutos subieron al bus y nos dieron una buena noticia:
  --Nuestro chofer ha salido de la comisaría y lo han llevado al hospital en un taxi. Alguien al parecer ha dado una fuerte fianza para que lo dejen en libertad. Naturalmente no nos han dado más explicaciones, aunque yo... –dijo don Blas muy enigmático- yo... juraría que sé quién ha sido esa alma generosa.
  --¿no puede usted desvelarnos nada, buen hombre?
  --No, Anita, corazón, si tuviera la certeza de que acierto, lo diría pero...
  Poco a poco las conversaciones se fueron languideciendo, los ojos se iban cerrando y el sueño se iba apoderando de cada uno de nosotros. Algunos se levantaban para dar un pequeño paseo por el bus y estirar un poco las piernas; otros se acurrucaban en  los asientos...
Hacía frío, Lena estaba encogida en el asiento de delante de mí. Paco Fuster, con una ternura infinita, se colocó a su lado y la cubrió con su cuerpo susurrándole algo al oído. Ella apoyó la cabeza en su hombro y lo que sucedió después, pueden y deben imaginarlo. Yo evité mirar a la pareja, por discreción.

  Las horas pasaban interminables. Al amanecer, un teléfono móvil sonó estridente en el bus. Ana lo cogió y escuchamos.
  --¡OH, qué alegría!, ¿pero están bien? ¡Sí, sí, dime Auxy... sí, vale, yo iré dentro de diez minutos aunque... ¿pero es cierto que nos vamos a ir por la tarde? ¿pero cómo vas a dejar a tu hermana así, recién dada a luz? ¡NO, no, por Dios, no me arrepiento, yo iré también, sí. Vale, gracias, adios1
  Todos quedamos a la espera.
  --¡Ya está, ya tenemos un angelito más en la tierra! Una angelita, mejor dicho. pequeñita y frágil, sí, pero viva. Irma está bien, la  niña la tienen en la incubadora, ha pesado un kilo y doscientos gramos, y sólo mide 32 centímetros, ¡una monada!
  --¿Y Toni está allí? –preguntó alguien-.
  --Sí, claro, se ha de quedar con Irma porque nosotras esta tarde a las seis partimos para Alicante para la gira.

domingo, 25 de diciembre de 2011

VIVENCIAS EN UN BUS . NOVELA CORTA ( XXVI)

Todas las mujeres que viajamos en el bus, incluida una servidora aunque sea haciendo de tripas corazón por la murga que le tengo a la  parturienta, corremos en su auxilio, mandando a los caballeros con todo respeto y a toda prisa, fuera del coche. Sólo dejamos a Toni junto a ella. Charo García, que a la sazón venía en el auto, y que dijo ser enfermera,  ordena a Toni que acueste a su.. pareja en el suelo del coche, con las piernas bien abiertas. Le quitamos las prendas que más la oprimen y Charo García se arrodilla a su lado con la mano puesta en el vientre. Mientras, al menos veinte celulares salen de bolsillos y carteras y marcan a la vez un número que todos sabemos de memoria: 112.
  --¡me muero, no puedo más, por favor, llamen a un sacerdote! –gime Irma cada vez más débil. Las contracciones son cada vez más fuertes y frecuentes según dice.
  --¡calle usted, respire todo lo profundamente que pueda y no se ponga nerviosa. Abra más las piernas, por Dios.... ¡Haga fuerza, más, Irma, más, que el niño se ahoga! –Charo García iba palpando el vientre de la joven y poniéndole paños de agua fría en la cara.
Los caballeros de vez en cuándo se asomaban a la puerta del bus preguntando qué ocurría y si ya podían subir. ¡Qué caos! La gente que pasaba por la calle se paraban a observar el incidente.
 Irma se aferraba cada vez con más fuerza a las manos de Ton, diciéndole con la voz más y más débil:
  --¡YO me voy a morir aquí, Ton, las contracciones ya son muy fuertes y yo no puedo resistirlas. Cuando nazca nuestro hijo, cuídalo con amor y con entusiasmo. Que no le falte nada. Es el único y último regalo que te dejo en prueba de mi amor.
  --¡calla, por Dios, no me digas esas cosas tan terribles!, no vas a morir, Irma, ¡no puede ser, porque si mueres tú, yo no podré soportar esta carga! ¡Por favor, sé fuerte! ¿Pero qué hemos hecho, Dios mío, para tratarnos así? ¿porqué permites que se me vaya la única mujer a quien amo realmente y que encima me va a dejar con un hijo, para mayor castigo y culpa de mis pecados?
  El camionero dueño del vehículo dañado por el golpe del bus, no paraba de imprecar al conductor, hasta que por fin la  guardia civil intervino para calmarlo y sugerirle que se alejara del lugar, al fin y al cabo, sólo había sufrido un pequeño golpe en el parabrisas del camión.
Uno de los guardias, que al parecer no era muy amigo de la solidaridad, subió al bus y le ordenó a Toni entregarle toda la documentación de que disponía.
  --Ya sabe usted que el carnet se le retirará por seis meses, ¿no? –le espetó sin mirar siquiera la angustia que el chofer reflejaba en su rostro- Eso les pasa por imprudentes y por no cumplir las normas del tráfico.
  --¡Por Dios, ¿es que no ve la situación que estamos viviendo? Jamás he tenido un percance, hoy se me fue la vista al oír el grito de mi... de la madre de mi hijo.
  ¡Hola, ¿conque la madre de su hijo?! NO pude reprimir un gesto de desprecio hacia los dos, pero mi conciencia me dijo rápidamente que la cosa no estaba para rabietas.
  Llegó una unidad móvil de Urgencias. El doctor Manuel Magallanes, un tipo alto y fornido, de tez tostada y ojos de mirada profunda, nos ordenó bajar del bus inmediatamente. Subió junto a Charo García y auscultó a la paciente, que se retorcía de dolor y llanto.
  --¿Cuánto tiempo lleva gestando?
  --Siete meses recién cumplidos –respondió Irma-.
  --¡Mmmm, la criatura corre peligro. No puede dilatarla pero  se ahoga dentro del vientre! ¡Vamos, rápido!
  Cambiaron a la parturienta a la ambulancia y el coche iba a arrancar sin permitir a Toni acompañarlos.
  --¡NO, por favor, déjenme ir, soy el padre!
  --¡Tranquilo, señor, usted irá después! –intervino el guardia que no se movió del lado del bus-. Ahora tenemos que hacer declaraciones sobre el accidente. Ustedes –nos dijo a los viajeros- tendrán otro vehículo enseguida para continuar su camino.
  ¡era una injusticia terrible! Por lo visto todos pensábamos lo mismo. A Toni se le debió permitir asistir al parto de Irma, puesto que era el padre del niño; luego vendrían las declaraciones. ¡No, eso no podía ser!
 Nos hicimos a un lado y unos cuántos, en unos minutos, tomamos una firme decisión. Elegimos como portavoz a Don Blas, ya que era el mayor de los viajeros, y él explicó al guardia nuestro propósito:
  --caballero: dado que otra cosa no podemos hacer en solidaridad con nuestro chofer, hagan lo que hagan no nos moveremos del autocar hasta que lo dejen en libertad para acudir al nacimiento de su hijo. Esto que acaban de hacer es injusto.
  --¡Calma, calma –respondió el guardia-, hay que tomar declaraciones, averiguar las causas del choque con el camión, y una vez diligenciadas las oportunas documentaciones se le dejará en libertad.
  --¡sí, hombre –respondió don Blas- y que se tarden dos días en solucionar una minucia de nada y cuando este pobre hombre llegue al hospital, ya no esté ni la madre ni el niño! ¡NO señor, esto aquí no va a quedar; aunque tengamos que pasar la noche en vela, de aquí no nos vamos si no dejan libre al padre de la criatura!

sábado, 24 de diciembre de 2011

VIVENCIAS EN UN BUS . NOVELA CORTA ( XXV)

  Hemos comido cada cual donde ha querido, y la gente sube al bus para dirigirnos al estadio del fútbol Club Valencia donde se juega este interesante partido a las siete de la tarde.
Los niños van cargados de paquetitos, los mayores, de ilusión y de comentarios.
  --¡Ya está, mi amor, -dice Cris a Xeby-, cuando vuelva yo de la gira encargaremos los muebles y formaremos nuestro nidito. ¿has visto qué canapé nupcial había allí? Caben infinidad de cosas en su cajón. Y además no ocupa nada de espacio. ¿Pues y la habitación de nuestro Óscar cuando nazca? ¡es una monada!, lo que ocurre es que Sol... me va a armar la de Troya porque la habitación la quería elegir ella, pero ya has visto que la niña no tiene nada de desperdicio y lo que ella quiere nos cuesta el sueldo de todo un año.
  --Bueno, bueno, de momento sabes que la niña se queda en casa con Victoria Martín, la cuidadora, o bien se la dejaremos a Lena que se la lleve y así juega con Beto. Yo trabajaré como un negro y tú a tu gira, lo demás ya vendrá con tu regreso.

  --¡Ay, amorsito, si te porta bien, te regalo esa cosina que dise que te gusta tanto, pero a condisión de que no me eche sermone ende que te levanta hata que te acuesta, -bromea Manolo con su mujer- E una maraviya de cosina, la verdá, con tó el trasterío ya montáo.
  --¿Pero tú sabe lo que vale tó eso, cariño? Ni aunque yo me ponga a fregá piso podemo pagalo en toa la vida.
  --¡Pero qué reteexagerá me ha salío mi virgensita morena! YO por ti doy tó lo que tenga y má, pero por Dio, no me riña por tó, que parese que uno no hase ná bien en toa su santa esistensia.
Mira tú que si me apura un poco, hasta te compro un coche con chofe y tó pa ve si así está contenta.
  --NO, mi amó, no hase farta tanto, ya sabe que me conformo con poca cosa, si arguna ve te riño e  pa que no hable tanto, que a vese e mejó está callao, pero yo te quiero mucho y toa la cosa que te digo e por tu bien.

  Los niños también vuelven comentando cada uno lo que han visto.
  --Pues yo le voy a decir a papi que me compre la nintendo que es muy chuli, ¡cómo mola, Beto! –dice solecito, traviesa y tratando de chinchar a su amigo, quien humilde y sonriente le contesta:
  --NO, Sol, es más moderna y divertida la p s p, tiene más juegos y más funciones; además de las funciones de la nintendo tiene otras.
YO para reyes me pediré un patinete. O el juego del señor de los anillos.
  --¿Para reyes? –pregunta sol asombrada- ¿pero tú sabes cuándo son los reyes magos?
  --Claro, el 6 de Enero.
  --¿Y vas a esperar hasta entonces para pedir juguetes? ¡criatura más tonta no la conozco! Ahora que tú también vas a tener a un papá...
  Beto la mira dudoso.
  --No sé, no sé..., mamá no se decide mucho a casarse con Paco. Y lo quiere, yo sé que lo quiere, pero...

  
Paramos cerca de la Avda. Pío Xii y la gente deja el bús casi vacío para ir a presenciar el partido. YO me dedico a pasear por los alrededores y a ver alguna que otra tienda o comercio pequeño.

  A las nueve y media de la noche todos estamos dentro del coche otra vez, regresando a Valencia.
Parece que el partido no ha estado muy lucido por lo que van comentando. Se respira un airecillo de malhumor por la derrota del valencia.
Las extranjeras, casi ajenas al partido y nerviosas ante lo que se les aproxima, no dejan de hacer conjeturas respecto a su gira, que empezará mañana mismo con el primer concierto en Alicante.
  --¡qué nervios, mira que si sale mal!- comenta Ana.
  --¡Ay, hija, tú como siempre, poniendo un pero a todo!, ¿porqué ha de salir mal? Pues por narices ha de ser un éxito rotundo, -comenta Cris- porque yo tengo que formar mi nidito y llamar a la cigüeña pero todo depende de cómo salga esto. Lo que más me duele es dejar a mi niña, aunque sé que está en buenas manos pero...
  --¿Y mi hermana, ahora sola cuando más me necesita? –dice Auxy con tristeza- Yo no me voy nada segura. NO sé qué va a ser de ella. Sé que Toni la ama con locura y la va a cuidar, pero...
  --¡OOOOOOh, ooooooooh! –se escucha un grito desgarrador y Toni inmediatamente suelta el volante- El coche sigue andando solo a cierta velocidad hasta ir a chocar por la parte de delante con un camión estacionado en la gasolinera esperando su turno para llenar el depósito. Al oír el grito, todos nos levantamos como podemos y corremos al  lado de la desdichada, pero al golpe del bús contra el camión, se nos hiela la sangre. Paqui castillo, santiguándose y más desencajada que la misma muerte, grita a todo pulmón:
  --¡Señorita, por Dio, ¿qué e esto?!
  Irma, aferrándose a Toni con las dos manos grita:
  --¡El niño, el niño!

viernes, 23 de diciembre de 2011

VIVENCIAS EN UN BUS . NOVELA CORTA ( XXIV)

VII

  Han pasado dos semanas y ya estamos en Octubre. Hoy vamos a ir a una de las excursiones más interesantes que pueda hacer este bus, ya que la gente que en él va a diario se conoce y los lazos entre todos van estrechándose cada vez más. han intimado mucho, y entre todos decidieron pedir el bus para pasar un día súper ajetreado. Por lo que ayer me contaron, primero van a ir a visitar la feria o “fira” de muestras. Los hombres naturalmente irán a la sección de maquinarias o electrónica, las mujeres.... ¡a todas partes, como Dios!, y si se nos antoja algo, pues no nos privaremos de ello aunque yo tengo la suerte de no tener “jefe” a quien enseñar el vacío de mi bolsa. Los niños hablan todos a la vez y dicen que quieren ir a ver juguetes... ¡Un desmadre!

Por la tarde hay un interesantísimo partido de fútbol al que hombres y niños quieren asistir, ya que además, el estadio del fútbol Club Valencia está recién construido, con unas instalaciones  modernísimas y a pleno rendimiento.

Subimos en la Plaza de España casi todos. Alguien viene con el pañuelo en los ojos a cada instante. Don Blas. Su hijo y su nieto le gastan bromas tratando de animarlo pero él no las escucha. Por cierto, que a este maravilloso matrimonio, formado por Paqui Moreno y Paco Rodríguez, me los presentaron el otro día. Son los dueños de la discográfica “Rodríguez Moreno” y los padres de un chaval fuertote y risueño que se llama Rubén  Darío y que no deja ni un segundo de hablar con Auxy.

Pero.... ¿qué veo? ¡La otra también viene! Llevo ya más de un mes sin acordarme para nada de ella, y ahora, ¡pásmate, ahí la tienes! ¡Y qué cambiada, qué cara más mala tiene la nena!, ¿le ocurrirá algo? Lleva un vestido verde, amplísimo,  con un escote que a poco que mueva el brazo le verán lo que no debería enseñar, pero a ella parece importarle un comino. Se sienta al lado de Toni, que, antes de coger el volante del bus, la abraza por la cintura y le susurra algo al oído. ¡Huy, pero si está mucho más gruesa!...

  Seguimos por la Gran Vía Fernando el Católico. A primeras horas de la mañana ya hace calor. El Río Turia adorna los numerosos y bellos jardines que pueblan esta zona, que para mí, es la más bonita de la ciudad. Los jardines ocupan casi siete kms. De cauce del río, y en ellos abundan todo tipo de flores y árboles. El Turia no es muy pródigo en agua en estas fechas otoñales; las mariposas revolotean nerviosas de flor en flor y alguna que otra golondrina pasa veloz por delante de nosotros en dirección al agua.

  Me preocupa don Blas, me asombra la mexicana; los dos tienen hoy mal día y los dos tratan de disimular, pero el caballero no puede.

Junto a él, ana Nellys trata de sonsacarle lo que le ocurre.
  --pero vamos a ver qué es lo que le ocurre a usted, don Blas. Sus hijos no se van a apartar de su lado, su nieto vendrá con nosotras a la gira que sólo será durante dos  meses y luego también lo tendrá usted a su lado; de momento no tiene que salir de su casa..., ¿porqué esa cara tan triste que dejaré de ver mañana y que me dejará un recuerdo nada agradable?
  El hombre se enjuga una lágrima, y, apretando la mano de Ana, le dice:
  --Precisamente eso es lo que me apena: todos os váis a ir y ya no puedo volver a veros nunca más. Uno va teniendo ya muchos años y muchos achaques, ¡quién sabe, Anita, si volveré a estrechar tu fina mano dentro de dos meses!
  --¡Naturalmente que la volveremos a estrechar!, ¿porqué no?
  --Quizá por esas tierras españolas encuentres al tortolito que te dé un nido y ya no vuelvas por aquí.
  --¡Ja, ja, ja –ríe ella divertida y emocionada a la vez- de eso no se preocupe usted, los tortolitos no me quieren, soy pobre, extranjera!...
  --¡Calla, criatura!, eres lo más dulce y bonita que he podido yo tratar en toda mi vida. Y además, de extranjera, nada, tú tienes ya el asilo en este país, por lo tanto eres tan española como los demás.
  La conversación siguió hasta que llegamos al recinto ferial. Después, yo ya no puedo contar lo que cada cual hizo dentro de él, mi labor es contar lo que ocurra en el bus, de modo que, hasta dentro de un rato.

jueves, 22 de diciembre de 2011

VIVENCIAS EN UN BUS . NOVELA CORTA ( XXIII)

Se dirigen hacia el Palau de la música, y quiero suponer que en su interior van las tres señoritas extranjeras que dentro de unos momentos tendrán la ocasión de tentar la suerte grabando su maqueta. Iban a hacerlo en la misma Discográfica barcelonesa pero a última hora por lo que oigo, se decidió grabar un primer intento o simulacro en el Palau. ¡Que les vaya bien!

  Paco y Xeby, acompañados de Solecito, suben al bus en la Avenida de Francia. Sol está hoy muy pesadita y no hace más que lloriquear y decir que dónde está su mamá.

  --¡Mami ha ido a trabajar para que tú tengas vestidos y juguetes nuevos, calla ya, por favor, que me estás poniendo negro!, ¡vaya mañana que llevas hoy, nunca te he visto tan tontina!
  --¿Pero no hemos quedado en que todo me lo vas a comprar tú cuando seas de verdad mi papi? –le dice la niña restregándose la cara sucia de lágrimas en la camiseta de Xeby-.
  --Sí, pero es que todavía no me he casado con tu madre, necesitamos mucho dinero y ella va a trabajar para ganarlo. Siéntate de una vez porque si frena el chofer bruscamente te vas a caer o a lastimarte, no me hagas enfadar, Solecito.
  ---Pues que se siente Xander aquí primero, y luego me siento yo,  -sigue lloriqueando ella-.
  Eusebio, fuera de sí, le indica al perro que se siente, pero éste no obedece. Algo inquieto, mira hacia la puerta del bus, y empieza a dar saltos de alegría. Al momento, Lena y Beto se dirigen hacia ellos y el perro saluda con cariñosos lengüetazos al niño, al que ya conoce bastante bien.
Beto le acaricia con la mano derecha, mientras que la izquierda la tiende a Xeby y después a Paco. Éste lo coge en brazos y lo besa tiernamente, entregándole un paquete.

  --Beto, ¿no es tu cumpleaños hoy?
  --¡Oh, sí, qué memoria! –dice el niño abrazándole-. Mira el paquete y luego a su madre- y pregunta si puede cogerlo.
  --Sí –dice ella tras titubear unos segundos- Puedes cogerlo y dar las gracias a Paco.
  Beto, nerviosísimo, no puede abrirlo y pide a Paco ayuda. Cuando los dos acaban de desenvolverlo, Beto saca una preciosa P S P, exactamente igual que la de solecito. La niña, que en ese momento no tiene la suya a mano, se abalanza hacia Beto y le intenta arrancar la máquina.
  --¿Me la dejas?
  --¡No, sol, deja eso! –le dice Xeby inmediatamente- Tú no le dejaste la tuya en su día.
  --Es sólo para verla, la mía se me ha olvidado en casa. Déjame ver una cosa...
  --¡He dicho que no la tocas! –Xeby le da una palmada en las nalgas y la niña se echa hacia atrás llorando de rabia- Es la primera vez en muchos meses que Eusebio se enfada con este torbellino, ¡y le duele en lo más hondo de su ser! Pero sabe que si sigue dándole todos los caprichos, llegará el día en que no pueda negarle nada.

Beto, en un rapto de alegría y ternura, abraza aún más fuerte a Paco, diciendo:
  --¡Gracias, papi!
  Lena, toda confusa y roja como la grana, se vuelve a mirar por la ventanilla, pero no puede contener las lágrimas de emoción que el abrazo de Beto y Paco le han causado.
Paco aprieta al niño en sus brazos y le susurra algo que yo, naturalmente,  no alcanzo a oír. De pronto, el niño se desprende de él y va hacia su madre suplicante:
  --¡Yo quiero un papá, igual que Sol!, mami, Paco dice que te ama.
  Lena le besa en la mejilla y le dice:
  --¡Calla, tontín, tú no sabes de estas cosas!
  Beto, con mayor insistencia todavía y con una dulzura inexplicable en un niño de tan corta edad, repite:
  --¡Quiero un papá, como solecito!, mami, por favor!....

miércoles, 21 de diciembre de 2011

VIVENCIAS EN UN BUS . NOVELA CORTA ( XXII )

--NO te apures, confiésalo, si es así, pondremos remedio a tus males, si no es cierto, daremos el hecho por una gansada de las de Manuel Alejandro y ya está.
  --NO, no, ha dicho que si era cierto lo confesaría.
  --¡Sí, lo he dicho, y cumplo mi palabra, no soy ningún bribón, ¿sabes, mequetrefe? ¡Sí, estoy enamorado de esa chica, ¿te atañe a ti algo?!
  --NO vale la pena que te sofoques, Blas –responde Saúl entre divertido y triunfante- Hemos dicho que te ayudaríamos.
  --NO creo haberte pedido ayuda, -responde Blas ofendido-. Si las cosas no se solucionan por sí mismas, tendré que poner tierra por medio entre ella y yo antes de que me muera de pena, porque estoy seguro de que si ella llega a saber que la amo seré, a sus ojos y a los de las otras chicas, el hombre más estúpido y ridículo que ha pisado la tierra.
  --Hombre, tanto  como eso no, -trató de animarlo Tomás- pero es cierto que la chica podría ser tu hija, que ella es joven y no tardará en encontrar un hombre más afín a ella en edad y tú pues... Mira, Blas: nosotros ya pasamos por esas experiencias románticas, ya se fue nuestro tiempo de conquistas, hay que ser realistas y tener la cabeza en nuestro sitio. Por tu bien y por el suyo, olvídala y trátala como a las demás.

  Al llegar a Menéndez Pidal, donde Toni tenía el final de  su jornada, todos bajamos y cada cual tiró para su destino, diciéndonos adiós y deseándonos buenas tardes. Me pregunto qué habrá comprado el amigo Paco para Beto; no ha abierto la boca en todo el trayecto,
Iba yo a bajar el último escalón del bus, cuando Toni me ha agarrado de un brazo para detenerme, ¿qué querrá ahora éste?
  --Espera, -me dice-, espera que bajen todos, por favor.
  --¡Suéltame, tengo mucha prisa!
  --Sólo son dos minutos. Dos minutos para pedirte, si quieres de rodillas, que no me mires con esa cara de limones podridos. NO te he hecho nada, y si algo tienes en mi contra, dilo y aclaremos las cosas porque no puedo soportar cada día estos ademanes y rabietas.
  --No te preocupes, hombre. YO sólo vine aquí para ensayar como cronista. Cuando crea oportuno acabar con la historia del bus, yo me iré por donde he venido y tú te quedarás en las glorias con...
  --Con o sin, lo que quiero es quedarme en las glorias sin ser enemigo de nadie.
  --Bueno mira, yo tengo prisa, y no tengo ganas de discusión. Ve a lo tuyo y déjame a mí marchar en paz. ¡Maldito corazón el mío! –esto lo dije casi gritando- Toni comprendió lo que quise decir, porque me cogió la mano, y muy bajito, me dijo:
  --Lo siento de verdad; nunca sospeché ni pretendí ocupar tu corazón. No es culpa de ninguno de los dos, así es que por favor, seamos buenos amigos.
  --Muy bien. Mientras convivamos en el bus, tendré que cumplir la penitencia de sostener esta supuesta amistad; cuando yo salga de aquí, te puedes ir al diablo.


  Hoy es el último día que recorremos la ciudad, a partir de la semana entrante ya el bus está disponible para todo tipo de viajes. Vamos hoy por la ZONA SURESTE

  Dejando atrás la plaza de Zaragoza, y situándonos en el Palau de la Música hacia la Avenida de Francia, la zona Sureste comprende toda la vertiente del río Túria hasta llegar al Puerto. Existen dos vías principales que abren esta zona hacia el mar: la Avenida del Puerto y la Autopista de El Saler. Barrios como el Grau, Poblats Marítims o Nazaret tienen en sus orígenes la historia de haber crecido junto a las tradiciones más marineras. La playa de las Arenas, junto a su paseo de Neptuno, limita al Sur con este último tramo de la ciudad de Valencia.

  Delante de nosotros, y en la misma dirección, va un elegantísimo mercedes, en el que, con letras muy grandes reza un mensaje lo siguiente:
  “Casa Discográfica Rodríguez Moreno”.

martes, 20 de diciembre de 2011

VIVENCIAS EN UN BUS . NOVELA CORTA ( XXI )

Son casi las tres de la tarde cuando en la Avenida de Burjassot, la totalidad de los asientos está ocupada. El grupo de amigas que esta mañana fueron de compras, ha vuelto al bus con una cantidad de paquetes como si hubieran adquirido todos los objetos de un almacén entero. Don Blas, don Saúl Orea y don Tomás, también han subido aquí pero son los únicos que traen las manos vacías, mejor dicho, semi vacías, porque cada uno porta su cartera y su bastón blanco, propio de las personas ciegas para auxiliarse en sus desplazamientos por la vía pública.
  Ana Nelys se acerca sonriente a don Blas y le tiende la mano, diciéndole:
  --Nos pondremos muy guapas mañana para recibir a sus hijos y a su nieto, ¿nos acompañará usted, don Blas?
  --Ya lo creo, preciosa yo también cantaré con vosotras si me dejan, pero no en el disco, no os preocupéis, sólo en el final del acto.
  --¿Y si resulta que no les gusta? –pregunta Ana un tanto inquieta.
  Blas le aprieta la mano y a su vez le pregunta a ella todo entusiasmado:
  --¿Y si resultara que les encanta como cantáis y os llevan a hacer una gira? Me dejarás solo, Anita. Ya me vengo acostumbrando a tu compañía y me resultará difícil no tenerla.
  Ana, incrédula por su posible éxito, sonrió y respondió:
  --No, don Blas, no lo dejaré solito, ya lo verá. Incluso....
  --¿Qué ibas a decir?
  --No, perdone, nada, -respondió ella azoradísima.
  Iba a decirle lo que en ese momento sentía, pero una mezcla de orgullo y de recato le hicieron callar.
Don Saúl Orea y don Tomás no podían explicarse el cambio que su compañero estaba dando en los últimos meses.
  Las chicas se bajaron nuevamente en su parada de inicio de este viaje, Por fin, Tomás se atrevió a decir a Blas:
  --Compadre, estamos comentando Saúl y un servidor lo distraído que estás estos días, lo cambiado... Hoy sin ir más lejos, has estado fatal en la partida de las cartas, algo que no es normal en ti, ¿qué te pasa, Blas, estás enfermo?
  --No, no; no veo en qué he fallado hoy.
  --¿Que no lo ves? -Rió don Saúl Orea de buena gana- Hombre, podías haberte plantado con 27 y no te has enterado, te hemos hecho las treinta y una y ha tenido que pagar todo quisqui en la mesa.
  --Perdonar, no lo sé, no me he enterado ciertamente. Creo que lo mejor será que no vuelva a jugar y así no os haré fastidio.
  --NO, Blas –le responden los dos- Lo mejor es que si te ocurre algo, nos lo hagas saber e intentaremos ayudarte porque así no estás ganando ningún beneficio. Creo que los amigos estamos para tendernos la mano unos a otros. Dinos, ¿qué ocurre? Si es que no quieres marcharte con los hijos, tampoco creo que sea algo imposible de arreglar, nosotros podemos convencerlos de que te permitan seguir aquí como sea.
  --No, no sólo es eso, es algo mucho más complejo. Mi mal es el peor mal que puede aquejar a un hombre ya entrado en años, y creo que  ya no tiene remedio.
  --¡Caramba, chico, -ríe don Tomás- todo tiene remedio menos la muerte. Vamos, dinos qué ocurre.
  --NO puedo, Tomás, dejadme tranquilo, no puedo, ¡no puedo deciros nada!, esto es para el que lo pasa y nada más.
  --¿Quieres que te lo diga yo? –interroga Saúl seguro de acertar en su hipótesis-.
   --Bien, si lo adivinas, no tendré más remedio que confesarlo. Pero no me digas más de una hipótesis porque no tendrás opción de cambiar.
  --No, si no tengo más que una causa: La chica argentina. Esa es la causa de tus males y tormentos, ¡ya está, ya lo solté!
  --¡Pero Saúl, por Dios! –le replica Tomás- ¡pero si le lleva por lo menos 30 años y podría ser su padre.
  --Pero no lo es; eso es lo bueno de lo malo: la chica no es su hija, en el corazón no manda nadie y el amiguito está loco por ella.
  Blas sacó su pañuelo del bolsillo, bajó la cabeza avergonzado, y trató de limpiar una lágrima que le corría por la cara a toda velocidad sin detenerse ante la mano que trataba de disimularla. Tomás, sabiendo la angustia que la afirmación de un amigo había provocado en el otro, le puso la mano en el hombro a Blas y le levantó la cara con la otra mano.

lunes, 19 de diciembre de 2011

VIVENCIAS EN UN BUS . NOVELA CORTA ( XX )

VI

  La semana va a concluir, y concluirá también el cometido de este bus de recorrer únicamente la ciudad. Ya dijo su flamante y enamorado chofer que a partir de la semana entrante, también haríamos viajecitos fuera de Valencia. Así que vamos a ver por dónde discurrimos y hasta dónde llegamos.

  Vamos por la ZONA NOROESTE

  Comprende el espacio que va desde la Avenida Menéndez Pidal, y su prolongación a Tirso de Molina, hasta la Avenida de Burjassot hacia el Palau de Congresos.

En esta zona se inscriben importantes barrios de Valencia con amplias zonas de recreo y comerciales como Túria, Campanar o Beniferri. Las Avenidas Maestro

Rodrigo, junto a General Avilés y Fernando el Católico, atraviesan todo el tramo noroeste.

  Por la parada que hay en Menéndez Pidal, no veo a nadie conocido que espere el bus. Pero sí veo la cara de Toni mirándome con ojos tristes de vez en cuándo.

Lo siento, sé que fui muy adusta con él, que me metí en su vida y en sus cosas y que ahora él está en su derecho de no dirigirme la palabra. Me siento lo más lejos posible de él, y pido a Dios que en las próximas paradas suba alguien a quien conozca y pueda entablar conversación con él, porque de no ser así, yo también me voy poniendo tensa; la situación es de lo más embarazosa. Pero, aunque sé que debería pedir disculpas al conductor y tratar de remendar por lo menos el descosido, también sé que para ello tendría que confesarle algo que.... sinceramente mi orgullo no me permite confesarle, no puedo decirle que yo también estoy locamente enamorada de él. Él ya tiene su corazón ocupado y yo sólo me llevaría una solemne y ridícula calabaza.

  ¡Por fin!, con gran alegría, veo subir a Paco, junto a varias personas más. Agudizo mi oído y mi vista y mi alegría va en aumento cuando casi todo el grupo de viajeros que durante la narración nos han acompañado, vienen en fila para subir al bus en la parada de Maestro Rodrigo.

Todos parecen muy alegres, pero sobretodo las extranjeras Ana, Auxy y Cris, que hablan y hablan sin parar y le cuentan a paco, medio atontado por las voces de las tres que se unen en un barullo confuso, pues todas quieren contarle sus versiones
  --¡Mañana, mañana, -dice Auxy exaltada- mañana nos graban!
  --Vamos a comprarnos un hatillo para la presentación de mañana porque va a ser decisiva en nuestras vidas –le grita Cris no menos excitada.
  --¡Don Blas, bendito don Blas que los ha llamado! –salta y grita Ana loca de alegría-.
  --Pero por favor, chicas, ¿queréis calmaros y explicarme qué es lo que pasa? ¿pero quién os graba, dónde...? Me vais a dejar sordo con tanto barullo.
  --Perdona, Paco –dice Ana tratando de hacerse con la palabra- El yerno de don Blas tiene una discográfica en Barcelona. Mañana vendrán a por nosotras tres para llevarnos a ella y probar nuestra maqueta. Ese es el motivo por el cual vamos a ver si nos compramos ropa decente para la presentación.
Además, Cristina, puede que pronto nos dé una sorpresa.
  --¡Ay, Ana, ¿no puedes dejarnos algo para contar? –replica Cris medio enfadada al ver que su amiga va a descubrir lo que ella quisiera contar junto a Xeby-. Pues sí, señores, si todo va bien, Eusebio y yo seremos marido y mujer dentro de unos días. Por supuesto que están todos ustedes invitados a un aperitivo, pero de eso ya hablaremos. ÉL se ha quedado en casa con Solecito y Beto porque a los niños no les interesaba venir de compras.
  --¿Puedo acompañaros aunque sea de lejos? –dice Paco sonriendo- Me gustaría hacer un regalo a Beto pero yo no sé ir de compras solo, antes iba con Lena, pero ahora cada vez que necesito comprar algo me pongo enfermo. Si me ayudarais lo agradecería.

  Ellas pensaban que a Lena no le iba a hacer ninguna gracia que les acompañara Paco. Ana le consultó con la mirada y Lena respondió afirmativamente pero no sin advertirle a Paco que Beto no necesitaba nada y que hiciera el favor de no molestarse en comprar nada para el niño. Paco se encogió de hombros pero la tristeza se reflejaba bien a las claras en su rostro. Ana, sentada al lado de Paco, le susurra al oído:
  --NO te preocupes, no le hagas caso. Te ayudaré a buscar lo que deseas, y si quieres me lo llevaré a mi casa y cuando podamos coincidir con el niño, te lo daré para entregárselo. Yo sé que Lena te quiere pero no le deja su pobre orgullo caer en la debilidad de echarse a tus brazos.
  Paco no respondió, miró a Lena tristemente y guardó silencio durante todo el trayecto.