miércoles, 7 de diciembre de 2011

VIVENCIAS EN UN BUS . NOVELA CORTA ( IX )

Cristina se puso roja como la cereza, pero Eusebio sonrió y cambió el giro de la conversación.
  No habíamos hecho más que 3 paradas más, cuando en la siguiente, una chica de mediana estatura, de cara más bien redonda, y con el pelo  de color castaño claro a media melenita moldeado. ojos grandes y verde azulado,  y labios rojos, subió al autobús, y se dirigió resuelta y alegre  a Eusebio, tendiéndole una mano blanca y fina. Él, asombrado, exclamó:
  --¡Lena, tú por aquí!

  Paco quedó inmovilizado, blanco como un muerto y sin poder creer lo que estaba oyendo. Su bastón cayó al suelo, su cartera también. Se agachó a recogerlo todo, y, sin poder resistir por más tiempo, tendió la mano a Lena y balbuceó un “hola” que parecía sacado de ultratumba. Ella le estrechó la mano fríamente y se dio media vuelta para coger a un niño que estaba a su lado y presentarlo.

  --Este es Beto, mi hijo.
    Paco no podía salir de su asombro. ¿Lena tenía un hijo? ¿Desde cuándo? ¿quién era y dónde estaba el padre? Estas preguntas y muchas más surgieron en su mente como espinas que se le clavaban en el corazón. Miró al niño con la poca visión que le quedaba, y observó que era de piel morena pero llena de escamitas, su cara era alargada, con unos pómulos hundidos, ojos grandes y de mirada triste. Parecía enfermo, estaba mustio. Su edad podía aproximarse a los siete años.

Paco no pudo reprimir un gesto de indiferencia hacia aquel niño que lo miraba fijamente como pidiéndole algo. Eusebio, buen conocedor del carácter y la historia de su amigo, y sabiendo el ansia que le embargaba por conocer más de esta criatura y de  su madre, se dirigió al niño y le preguntó:

  --¿Cuántos años tienes, Beto?
  --Seis, señor.
  --NO, no me llames señor, soy tu amigo, llámame Xeby. Desde ahora cuando nos veamos charlaremos mucho y seremos muy buenos amigos, ¿verdad?
  --Sí, señor.

    ¡Y dale con el señor! Paco pensó que el niño no debía estar muy bien; le había dicho otra vez “señor”  a Eusebio a pesar de que éste le dijo que lo llamara por su nombre. Tentado estuvo de ofrecerle al chico su amistad él también, pero temió la reacción de su madre. Sabía que Lena le guardaba rencor por haberla dejado cuando más lo necesitaba, cuando ella, con un corazón solidario y grande, había decidido ir a Bolivia por un tiempo para atender a los más pobres y necesitados de amor.

Paco le había insistido en que eso era una locura, teniendo trabajo y buena posición en España; le había enumerado todos los riesgos a que podría someterse si realizaba ese viaje y permanecía allí mucho tiempo: que si las enfermedades infecciosas, que si violaciones, que si secuestros...  Pero ella no cedió ni una sola vez y realizó, sola y decepcionada, todos los preparativos del viaje. El día anterior a su partida, tuvieron una larga conversación en la que él, una vez más, le pidió, le rogó, le suplicó ansiosamente que no se fuera, pero ante la resolución de Lena, él decidió romper su relación, una relación que había durado 3 largos años, una relación maravillosa, feliz, que a los dos les iba a costar muchísimo tiempo superarla. No obstante, Lena no estaba dispuesta a someterse a los caprichos de un hombre que muy bien podía si quisiera acompañarla y realizar juntos esta tarea humanitaria hasta que Dios los devolviera otra vez a España con la satisfacción de haber salvado alguna vida humana o haber paliado la situación de alguna familia mucho más pobre que ellos. Así pues, ella partió, él quedó desolado y prometiéndose que nunca jamás pondría los ojos en mujer alguna, moriría solo, tal como ella lo había dejado. Pero ahora, al verla feliz y con un niño en su regazo, la admiraba y la envidiaba, y se arrepentía de no haberla seguido porque si le hubiera hecho caso, tal vez ese niño sería también hijo suyo, lo habrían concebido juntos, allí mismo. Así, ¿quién sería el padre de esa criatura? ¿habría tenido el valor de abandonar al niño y a la madre y fugarse a otro país? ¿habría maltratado a Lena? ¡Eso sí que le gustaría averiguarlo porque la seguía amando a pesar de lo ocurrido.

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