sábado, 17 de diciembre de 2011

VIVENCIAS EN UN BUS . NOVELA CORTA ( XVIII )

Estamos a media jornada, en la avenida Primado Reig, una de las más bonitas de la ciudad.
Parece que todo el mundo está en la playa porque el bus va casi vacío.  La mejicana se bajó un momento del coche pero ahora  sube a él acompañada de un caballero de unos 76 años más o menos, pero muy bien disimulados. Tiene una abundante cabellera y luce una barba muy bien arreglada, que le da un aire más joven y simpático de lo que es en realidad. Irma se acerca a Toni muy ufana y le presenta al caballero de la barba, quien estrecha su mano de forma jovial y campechana.
  --Toni, es don Tomás Zaragoza el editor de mis novelas. Ya sabes que su editorial se llama “Amaneceres” y está en la avenida del Cid.
  --Encantado de conocerle, caballero –sonríe Toni complacido.
  --¿Cómo va la mañana, amigo? No parece que el bus vaya muy sobrado de viajeros; yo por mi parte tenía muchas ganas de conocerlos porque esta señorita no deja de decirme que viaja en él casi a diario y que conoce a la mayoría de las personas que lo ocupan. Creo que un amigo mío también se da sus paseítos en este bus para ir a jugar sus partidas de cartas al local de la ONCE.
  --Posiblemente, dice Toni, que tiene un ojo en el recién llegado y el otro en el tesoro del que por lo visto no puede despegarse.
Don Tomás, que es buen observador y mejor hablador, lleva la conversación al tema que a mí más me duele.
  --Esta chica es una excelente escritora, ¿lo sabía usted? –pregunta a Toni, que no puede disimular un gesto de absoluta complacencia.
  --Pues, le confieso que no he leído sus libros, pero todo apunta a que en cuanto se publique uno de ellos, los demás serán ya una sucesión de continuas salidas al mundo. Estoy muy orgulloso de ella –dice el chofer mirándola de pies a cabeza-
  Claro que estás orgulloso de ella, ¡si te tiene loco!, -pienso por lo bajini-. Irma se pone colorada como la cereza pero al momento dice:
  --No creo que sea para tanto, es que son ustedes muy sensibleros.
  Acaba de subir don Blas al bus, y para mi sorpresa y la de muchos otros, don Tomás se le acerca rápidamente y lo trae hacia los asientos de detrás de Toni e Irma.
  --¡Pero, compadre, no me explico qué es lo que he de hacer para poderte ver algún día!, ¿dónde te metes? –le dice Blas al editor.
  --NO sabes la de trabajo que he tenido en estos últimos meses; hasta he tenido problemas de plagio con algunos escritores y no me han dejado editar sus obras hasta que no se ha aclarado esto. Y encima ahora le da a esta guapa señorita por aparecer en mi editorial con un montón de obras geniales que no sé porqué no han llegado antes a mi poder, para sacarlas a la luz. Imagino que las podrás leer dentro de poco porque pienso firmar convenios por si la ONCE las pudiera sacar al braille.
  --¡Válgame Dios, Irma, cuánto me alegro! Por fin podrás tener un medio de sustento aquí. ¿Y tu hermana dónde está? Hace tiempo que no viaja en el bus.
  --Mi hermana ha de buscarse la vida donde pueda, de momento está cuidando a Beto y ayudando a Lena en las tareas del hogar, mientras encuentra algo más o, al menos, mejor remunerado.
Por las tardes va a casa de Ana y de Cris, para ensayar unas grabaciones musicales hechas por ellas, están preparando una maqueta para ver si la discográfica las edita también y por lo menos pueden ganar un poco para poder salir de apuros.
  --¿Maquetas dices? Oye, ¿porqué no les dices que manden la grabación a la discográfica de mis hijos? ¿no sabías que mi hijo tiene una casa de discos? una compañía discográfica, vamos. Se empeñan en que me vaya a vivir con ellos y si Dios no lo remedia, este invierno vienen a por mí para llevarme a Barcelona. Podrían aprovechar las chicas para mostrar esa maqueta y ver si se puede hacer algo por ellas. Pero, ¿dices que la están grabando entre las tres? ¡es raro, Ana no me lo ha dicho nunca!
  --Lo imagino, don Blas, será que nos quieren dar una gran sorpresa a todos. ¡Mire que si suena bien y las llaman para hacer giras....!

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