jueves, 22 de diciembre de 2011

VIVENCIAS EN UN BUS . NOVELA CORTA ( XXIII)

Se dirigen hacia el Palau de la música, y quiero suponer que en su interior van las tres señoritas extranjeras que dentro de unos momentos tendrán la ocasión de tentar la suerte grabando su maqueta. Iban a hacerlo en la misma Discográfica barcelonesa pero a última hora por lo que oigo, se decidió grabar un primer intento o simulacro en el Palau. ¡Que les vaya bien!

  Paco y Xeby, acompañados de Solecito, suben al bus en la Avenida de Francia. Sol está hoy muy pesadita y no hace más que lloriquear y decir que dónde está su mamá.

  --¡Mami ha ido a trabajar para que tú tengas vestidos y juguetes nuevos, calla ya, por favor, que me estás poniendo negro!, ¡vaya mañana que llevas hoy, nunca te he visto tan tontina!
  --¿Pero no hemos quedado en que todo me lo vas a comprar tú cuando seas de verdad mi papi? –le dice la niña restregándose la cara sucia de lágrimas en la camiseta de Xeby-.
  --Sí, pero es que todavía no me he casado con tu madre, necesitamos mucho dinero y ella va a trabajar para ganarlo. Siéntate de una vez porque si frena el chofer bruscamente te vas a caer o a lastimarte, no me hagas enfadar, Solecito.
  ---Pues que se siente Xander aquí primero, y luego me siento yo,  -sigue lloriqueando ella-.
  Eusebio, fuera de sí, le indica al perro que se siente, pero éste no obedece. Algo inquieto, mira hacia la puerta del bus, y empieza a dar saltos de alegría. Al momento, Lena y Beto se dirigen hacia ellos y el perro saluda con cariñosos lengüetazos al niño, al que ya conoce bastante bien.
Beto le acaricia con la mano derecha, mientras que la izquierda la tiende a Xeby y después a Paco. Éste lo coge en brazos y lo besa tiernamente, entregándole un paquete.

  --Beto, ¿no es tu cumpleaños hoy?
  --¡Oh, sí, qué memoria! –dice el niño abrazándole-. Mira el paquete y luego a su madre- y pregunta si puede cogerlo.
  --Sí –dice ella tras titubear unos segundos- Puedes cogerlo y dar las gracias a Paco.
  Beto, nerviosísimo, no puede abrirlo y pide a Paco ayuda. Cuando los dos acaban de desenvolverlo, Beto saca una preciosa P S P, exactamente igual que la de solecito. La niña, que en ese momento no tiene la suya a mano, se abalanza hacia Beto y le intenta arrancar la máquina.
  --¿Me la dejas?
  --¡No, sol, deja eso! –le dice Xeby inmediatamente- Tú no le dejaste la tuya en su día.
  --Es sólo para verla, la mía se me ha olvidado en casa. Déjame ver una cosa...
  --¡He dicho que no la tocas! –Xeby le da una palmada en las nalgas y la niña se echa hacia atrás llorando de rabia- Es la primera vez en muchos meses que Eusebio se enfada con este torbellino, ¡y le duele en lo más hondo de su ser! Pero sabe que si sigue dándole todos los caprichos, llegará el día en que no pueda negarle nada.

Beto, en un rapto de alegría y ternura, abraza aún más fuerte a Paco, diciendo:
  --¡Gracias, papi!
  Lena, toda confusa y roja como la grana, se vuelve a mirar por la ventanilla, pero no puede contener las lágrimas de emoción que el abrazo de Beto y Paco le han causado.
Paco aprieta al niño en sus brazos y le susurra algo que yo, naturalmente,  no alcanzo a oír. De pronto, el niño se desprende de él y va hacia su madre suplicante:
  --¡Yo quiero un papá, igual que Sol!, mami, Paco dice que te ama.
  Lena le besa en la mejilla y le dice:
  --¡Calla, tontín, tú no sabes de estas cosas!
  Beto, con mayor insistencia todavía y con una dulzura inexplicable en un niño de tan corta edad, repite:
  --¡Quiero un papá, como solecito!, mami, por favor!....

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