domingo, 28 de abril de 2013

REPORTAJE: VIDAS AL LÍMITE (7)


... necesita ayuda para comer. Se relaciona perfectamente con todos los utensilios. Encuentra la copa o el pan sin dificultad, rastreando sutilmente el mantel con la punta de los dedos. Yolanda me explicaría más tarde que se trata de una persona exquisita en sus habilidades sociales. Su grado de autonomía es muy alto en todos los órdenes de la vida cotidiana. Cuando viajan, por ejemplo, tras explorar juntos la habitación del hotel y el cuarto de baño, para que se haga una idea espacial del lugar en el que se encuentra, se queda solo y es muy raro que necesite la ayuda de su guía intérprete.

Nunca, en los numerosos viajes que han realizado juntos, ha ocurrido nada digno de reseñar, excepto una vez que se lavó la cabeza con el suavizante del pelo.

Después de la comida, y tras resolver alguna cuestión de última hora en el despacho, Daniel dio fin a su jornada laboral y emprendió el regreso a casa seguido a cierta distancia por mí, que quería ver cómo se manejaba solo en la calle. (Conviene añadir que durante los últimos dos meses, y debido a unas obras llevadas a cabo en su domicilio, Daniel y familia habían vivido en un apartamento de alquiler situado en otro barrio. Aquel viaje era, pues, el primero que realizaba tras esa larga ausencia).

En alguna ocasión me había comentado que era "rápido, pero prudente", lo que comprobé mientras observaba su forma de moverse por las calles, tanteando el terreno con el bastón, que utilizaba como una terminación nerviosa de sí mismo. En los pasos de cebra lo levantaba, colocándolo de forma perpendicular a su cuerpo, y, tras esperar unos segundos, cruzaba. En los semáforos, sacaba una tarjeta de comunicación y esperaba a que alguien lo tomara del brazo para llevarle al otro lado. Alcanzó así, sin problemas, la parada del autobús, cuyos alrededores exploró antes de colocarse bajo la marquesina. A continuación sacó una tarjeta que sostuvo durante unos segundos a la altura de su cabeza y en la que ponía: "Sordociego. Ayúdeme a subir. Bus 174". Al poco, una señora le tocó el brazo en señal de que había establecido contacto con el exterior. Daniel guardó la tarjeta y esperó pacientemente la llegada del autobús, cuyo conductor, que le conocía, dijo a la señora que le había ayudado a subir: "No ve ni oye. Tiene mérito".

El sordociego ocupó un asiento libre cerca del conductor y yo me situé unos metros detrás de él, tomando nota de su imperturbabilidad, de su saber estar, de su aplomo. Se desenvolvía sin miedo (sin pánico, cabría decir) a que en las tarjetas de comunicación no hubiera en realidad nada escrito, o a que la parada del autobús estuviera vacía, o a que al avanzar el pie, en lugar de encontrar el suelo, hallara un abismo" En el entorno del sordociego, me explicaría, suceden constantemente cosas en las que está implicado sin saberlo. En cierta ocasión, y por culpa de la entrada de un garaje cuya ausencia de acera le despistó, acabó en medio de la calle, rodeado de coches que, según le contaron después, no hacían más que pitar.

"Para alcanzar un mínimo de autonomía -dice- se necesita tener un gran control sobre uno mismo, serenidad, capacidad de deducción y de resolución de problemas, y mucho sentido práctico.

Provisto de esas cualidades, que son el resultado de una conquista personal, Daniel se levanta cada día de la cama, se asea, elige la ropa (le preocupa mucho la combinación de colores) y se enfrenta con una elegancia sorprendente a una dura jornada de trabajo que es también (o me lo parece a mí) una dura jornada existencial. Un día le pregunté si ... 

martes, 23 de abril de 2013

REPORTAJE: VIDAS AL LÍMITE (8)


... había precisado en alguna ocasión ayuda psicológica. Me respondió que tratara de imaginar a una persona que ni ve ni oye frente a alguien que trabaja fundamentalmente con la palabra. Maldición, me dije, otra vez había olvidado que el problema de Daniel era doble.

Aun así, añadió que fue, en efecto, a un psicólogo tras la disolución de su primer matrimonio, pero no pudo resistir mucho tiempo porque tenía que acudir, lógicamente, con un guía intérprete, lo que hacía casi imposible el tipo de comunicación personal que debe establecerse en tales consultas. Me contó también que era muy difícil encontrar sordociegos sin tratamientos antidepresivos o sedantes, sobre todo si no llevaban una vida muy activa. "Tengo la vaga duda", añadió, "de si mi médico oftalmólogo añadía al tratamiento de los ojos algún calmante para paliar mi angustia en los tiempos de mis operaciones". En general, Daniel rechaza los antidepresivos porque le hacen sentir raro, como si fuera otra persona. Sospecha, por otra parte, que la pasividad de muchos sordociegos proviene de este tipo de tratamientos, aunque se trata de un colectivo con el que es muy difícil realizar estadísticas.

En esto, llegamos a su parada, porque Daniel se levantó y se colocó cerca de la puerta. Lo seguí y bajamos en un lugar completamente desconocido para mí y donde además no había un alma. Sin ser de noche, la tarde tenía ya ese tono turbio que precede a la oscuridad. El sordociego tanteó con la punta del bastón los límites de la marquesina del autobús y fue a tropezar con un contenedor de zapatos viejos que tapaba casi toda la acera y cuya presencia me pareció que le extrañaba (quizá lo hubieran colocado a lo largo de esos dos meses que había vivido en otro barrio). El caso es que el contenedor, deduje yo, lo desvió de su rumbo y comenzó a errar peligrosamente de un lado a otro. Se me había dicho que no me acercara a él a menos que se encontrara en una situación dramática, pero miré a mi alrededor y, al no ver a nadie capaz de ayudarle, me aproximé y tomé su mano, en cuya palma escribí con mi dedo índice:

"Te has desorientado". Daniel asintió, añadiendo que llevaba mucho tiempo sin hacer ese camino. Lo conduje de nuevo a la marquesina, cuyos alrededores exploró en esta ocasión con más detenimiento para tomar al fin el camino correcto. Cuando llegó al portal de su casa, me acerqué de nuevo a él, le toqué y nos dimos un abrazo de despedida a lo largo del cual yo pronuncié absurdamente unas palabras.

Más información: páginas web de la Asociación de Sordociegos de España


y de la ONCE


Si no tienes otra cosa mejor que hacer, date una vueltecita por
O por
Las parcelillas cibernéticas del que se licenció en Historia para vivir del Cuento o del que viviendo del Cuento se doctoró en su propia Historia.

martes, 16 de abril de 2013

REPORTAJE: VIDAS AL LÍMITE (6)


Cuando estos niños tienen algún resto auditivo o visual, por pequeño que sea, se le saca el máximo partido. Me explicaron que lo fundamental era establecer la comunicación con ellos, no importaba cómo. Una vez establecida esa comunicación, se les podía ir dirigiendo poco a poco hacia una enseñanza reglada.

"Los sordociegos de nacimiento -insistiría Daniel- aprenden a base de tocar, tocar y tocar el mismo objeto muchas veces. Cuanto más tarde nos llegan, más difícil es su recuperación. No es raro, por otra parte, que los lleven a colegios de deficientes mentales, lo que es un modo de determinarles para el resto de su vida.

Pasamos la mañana visitando las distintas dependencias de la unidad y luego nos fuimos a comer. A la comida se incorporó también Helen. Daniel se sentó entre Yolanda de los Santos y su mujer, que se turnaban para explicarle, una en cada mano, cómo era el restaurante y nuestra situación en él. Helen, para ejemplificar el rechazo que la diferencia, en general, provoca en los otros, contó que a su abuelo, cuando tuvo noticias de su boda con Daniel, lo primero que se le ocurrió fue que se casaba con un cadáver. En cuanto a su hermana, pensó que iba a ser un hombre calvo, barrigón y feo. Todo ello contribuyó a que no fuera una decisión fácil. Me hizo notar también que no es lo mismo querer a alguien que convivir día a día con la sordoceguera. Por eso vivieron juntos un año antes de pasar por el juzgado.

"Aun así -añade-, perdimos algunos amigos por el camino, porque yo me negué a ser sólo su intérprete. Quien quiera comunicarse con Daniel, ha de hacerlo directamente con él.

"Pero tú eres un poco rara, ¿no?" -me atrevo a apuntar.

"Quizá sí. A veces, cuando vamos juntos a recoger a Natalia al cole, algunos padres se apartan. Por lo general, pienso que ellos se lo pierden, pero lo cierto es que a veces me siento una isla con él.

Mientras hablo con Helen, Yolanda traduce a Daniel nuestra conversación. No dejan un solo segundo de informarle de cuanto ocurre fuera de él, ya sea que ha venido el camarero para preguntar si todo está bien o lo que hay en el plato de cada uno. Quince segundos sin tocarle son 15 segundos de aislamiento absoluto, de vacío. Daniel, por otra parte, es un conversador muy activo. Me cuenta que en EE UU y los países nórdicos hay comunidades de sordociegos donde todo está preparado para que lleven una vida normal, autónoma, de modo que lo mismo acuden al supermercado que a los centros de reunión completamente solos.

En España no existe ninguna comunidad de ese tipo, lo que, añadido al problema de que se trata de colectivo muy disperso, hace las cosas más difíciles.

En esto, observo que Yolanda escribe sobre su mano algo que no se corresponde con lo que hablamos.

"Le acabo de decir -me explica- que tiene el carpaccio en las nueve menos cuarto.

En su código, el plato está dividido en las mismas partes que un reloj, por lo que basta que le indique una hora para que él localice la comida. De todos modos, Daniel no ... 

lunes, 15 de abril de 2013

EN MEMORIA DE SIR COLIN DAVIS


El día 18 de mayo de 1976 tuve la suerte de asistir en la Catedral Primada de Toledo al concierto inaugural de la VIII Decena de Música en Toledo, yo tenía entonces 15 años y sin duda fue un concierto que afirmó mi gusto por la música clásica.

Este fue el programa de concierto :

ROYAL PHILARMONIC ORCHESTRA

I
Variaciones enigma – E.ELGAR (1857-1934)

Concierto en Re mayor, OP. 35 (Para violín y orquesta) – P.I.TCHAIKOWSKY (1840-1893)
Solista: MIRIAM FRIED

II
Cuarta sinfonía en Mi menor – J.BRAHMS(1833-1897)

DIRECTOR:  COLIN DAVIS

La Orquesta Sinfónica de Londres ayer comunicó la muerte de su director Sir Colin Davis a los 85 años de edad.

VARIACIONES ENIGMA - IX Adagio :

Fdo: Javier

martes, 9 de abril de 2013

REPORTAJE: VIDAS AL LÍMITE (5)


Tras el desayuno, Daniel salió a la terraza a fumar un cigarrillo. Comenzaba un amanecer que él no veía, al tiempo que desde el fondo de la calle llegaba un ajetreo de automóviles que él no escuchaba. Mientras Helen y Natalia recogían la mesa, yo observaba al sordociego desde el salón, fascinado por su hermetismo, intentando ponerme en sus zapatos. Pensé en su cuerpo como en un ascensor sin puertas y tuve una ligera reacción claustrofóbica. Él, ajeno a mi presencia, como una isla en medio del mundo, se llevaba el cigarrillo pausadamente a la boca, se tragaba el humo y lo expulsaba con la elegancia con la que en general realiza todos sus actos.

Aunque en negociados distintos, Daniel y su mujer trabajan en el mismo centro de la ONCE, al que acuden juntos en el coche cada mañana, después de que Helen haya dejado a la niña en el colegio, que está muy cerca de la casa. Por la tarde, él regresa solo en el autobús, pues no quiere perder la autonomía y la libertad conquistadas a lo largo de los últimos años. Aquel día acompañamos todos a Natalia al colegio y luego cogimos el coche. Helen conducía con la mano izquierda, mientras que con la derecha traducía sobre la mano de Daniel, que iba a su lado, mis comentarios y le ponía al corriente de las incidencias del tráfico. Le pregunté por sus recuerdos auditivos y me respondió que, aunque eran muy vagos, a veces fantaseaba con la idea de recuperar el oído e imaginaba con emoción la posibilidad de escuchar música.

"Mi padre -dice- tenía muy buena voz y cantaba en el coro de la iglesia. Yo estaba siempre allí, y es lo único que recuerdo.

En cuanto a su memoria visual, la recupera sobre todo en los sueños. Cuando sueña, ve a las personas con el rostro que tenían antes de que él perdiera la vista, hace ya más de veinte años. A su mujer y a su hija no las ha visto nunca, de modo que cuando sueña con ellas, no consigue distinguir su rostro.

Ve caras borrosas.

"Cuando veía -añade-, era un buen fisonomista y me bastaba ver a la gente una vez para reconocerla. Hacerse idea de cómo es una persona con sólo darle la mano no es fácil. No obstante, yo puedo percibir a través de la mano algunas emociones. También soy capaz de calcular la estatura y la complexión de quien me saluda.

Esa mañana visité, en compañía de Daniel y de Yolanda de los Santos, su guía intérprete, una unidad de escolarización de niños sordociegos (algunos de ellos, congénitos) dependiente de la Unidad Técnica de Sordoceguera de la ONCE, de la que es responsable el protagonista de estas líneas. Había seis o siete niños atendidos casi por el mismo número de profesoras, pues la atención debe ser prácticamente individualizada. Cuando les comunicaron nuestra presencia, se levantaron para tocarnos. Resultaba evidente la naturalidad con la que se dejaba tocar Daniel y la barrera involuntaria con la que se encontraban al acercarse a mí, cuya rigidez sin duda percibían. Evoqué con sentimiento de culpa un texto del propio Daniel según el cual el uso constante del tacto para obtener información del entorno es fundamental, pues desarrolla en estas personas hábitos nerviosos, cerebrales y musculares que mejoran la capacidad de acceso a la realidad, llena de espacios vacíos, de agujeros, provocados por la falta del oído y de la vista.

domingo, 7 de abril de 2013

Las intensas lluvias de los últimos meses, y especialmente durante el mes de marzo, permiten al Monumento Natural del Nacimiento del río Cuervo, en Vega del Codorno (Cuenca), lucir una imagen "espectacular" que no se veía desde mediados de los años 90

Las intensas lluvias de los últimos meses, y especialmente durante el mes de marzo, permiten al Monumento Natural del Nacimiento del río Cuervo, en Vega del Codorno (Cuenca), lucir una imagen "espectacular" que no se veía desde mediados de los años 90.

FOTO VOCES DE CUENCA





Luis Maeso, que regenta un restaurante junto al nacimiento del río, considera que "por lo menos desde 1994 no venía así, casi un mes con esta cantidad de agua. Quizá en algún momento puntual, tras un temporal, ha llevado tanta agua, pero no durante un mes entero".

Maeso ha indicado a Efe que ha llovido todo el trimestre, y de forma continuada durante el último mes, por lo que la cascada que forma el río en su nacimiento "está preciosa".
Asegura, además, que la persistencia de las lluvias va a permitir que "al menos durante cerca de dos meses", el Cuervo siga conservando el esplendor actual.
En este aspecto coincide el concejal de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Cuenca, José Ignacio Nicolás, que ha recordado que el paisaje cárstico en que se encuentra el nacimiento actúa "como una esponja", por lo que aún seguirá ofreciendo este aspecto durante varias semanas.
"Las oquedades internas están llenas de agua de las precipitaciones de todo este invierno, y ahora con un poquito que cae, está rebosando por las cascadas tobáceas", ha dicho Nicolás, que prevé que esté "toda esta primavera con estas características, lo que es un atractivo añadido".
Nicolás, de formación ingeniero de Montes, considera que hay que remontarse al menos hasta 1996 para encontrar el nacimiento del río Cuervo con este volumen de agua.
Y es que la Serranía Alta de Cuenca, donde se encuentra el monumento natural, no ha sido ajena al fuerte incremento de la pluviometría que se ha registrado en buena parte del país.
FOTO VOCES DE CUENCA
Según Ricardo Torrijo, delegado territorial de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) en Castilla-La Mancha, en la cercana estación de Beteta (a una treintena de kilómetros del Nacimiento) se ha registrado durante marzo una cantidad de precipitaciones cuatro veces superior a la media del mismo mes en años anteriores.
Se han recogido hasta 255 litros por metro cuadrado este pasado mes de marzo, según Torrijo quien recuerda que "en la zona del río Cuervo ha llovido bastante y de forma persistente, lo que ha permitido que el agua se haya ido acumulando".
Tras las lluvias, los turistas son la segunda parte de la ecuación, y tanto Maeso como Nicolás esperan que acudan de forma masiva.
El Monumento Natural del Nacimiento del Río Cuervo está en un monte de utilidad pública cuyo propietario es el Ayuntamiento de la capital conquense, aunque su gestión y mantenimiento corresponde al Gobierno de Castilla-La Mancha.
FOTO VOCES DE CUENCA
Según los datos de la Junta, en 2012 pasaron por el Monumento Natural más de 63.000 visitantes, 8.500 de ellos durante el primer trimestre, y la mayoría procedían de la vecina Comunidad de Madrid.
Maeso ha reconocido que "en cuanto se corre la voz de que el Cuervo baja bien de agua, la gente viene a verlo, hay gente prácticamente todos los días", y ha señalado que las imágenes a través de internet se han convertido en un excelente vehículo de promoción turística.
FOTO VOCES DE CUENCA
Por su parte, Nicolás ha señalado que "en el momento actual los caudales son enormes y todos los cársticos, no sólo en el Nacimiento del Río Cuervo sino los de prácticamente toda la provincia, están llenos de agua por lo que la espectacularidad es indudable".
José Ignacio Nicolás lo tiene claro: "es un momento fantástico para poder visitar estos parajes".
(Agencia EFE) - Artículo de La Informacion.com





martes, 2 de abril de 2013

REPORTAJE: VIDAS AL LÍMITE (4)


Después de un tiempo de soledad, conoció a Helen, que trabajaba como guía intérprete y que sabía inglés, por lo que era perfecta para echarle una mano en las reuniones internacionales, a las que acudía ya con alguna frecuencia. La relación laboral volucionó y acabaron enamorándose. Tras vivir juntos un tiempo de prueba, se casaron por lo civil. Las cosas al principio no fueron fáciles, porque Daniel había cogido durante la época en la que vivió solo una fuerte depresión que le condujo a la bebida, si bien asegura con ironía que se emborrachó por primera vez a los 40 años. Cuando las cosas mejoraron, hacia 2001, decidieron tener un hijo "sin miedo". En el momento del parto, Daniel permaneció en el quirófano con un guía intérprete que deletreaba sobre la palma de su mano cuanto ocurría fuera. Dice que fue muy emocionante y que la niña ha reforzado mucho su relación con Helen, cuyo undécimo aniversario celebraron recientemente.

Natalia nació en abril de 2002. Es una cría activa, guapa, muy seductora, que, como me explica su madre, es más consciente del riesgo que las niñas de su edad. Sabe, por ejemplo, que en su casa jamás debe haber cajones abiertos, o juguetes por el suelo, porque representan un peligro para su padre.

"Cuando era más pequeña -añade Daniel-, jugábamos al escondite, pero yo, claro, no la encontraba nunca, así que lo tuvimos que dejar, pero no fue fácil explicarle por qué. Ahora ya sabe que me tiene que tocar para que yo sepa que está ahí.

Ha comprendido la situación.

"Un día -apostilla Helen- se llevó al colegio fotos de un viaje de Daniel a Australia y explicó a toda la clase cómo era su padre. "Mi padre", dijo, "no ve ni oye, pero puede tocar canguros y koalas, y así sabe cómo son". Sus compañeros se quedaron muy impresionados.

Me contaban todo esto mientras desayunábamos en su casa, situada en un barrio de las afueras de Madrid, ciudad que él no ha visto nunca ni cuyos sonidos ha escuchado jamás, puesto que llegó a ella cuando había perdido ambos sentidos. Un poco antes del desayuno, mientras Helen y Natalia iban y venían de la cocina disponiendo la mesa, Daniel y yo habíamos permanecido sentados el uno al lado del otro algo violentos, me parecía a mí, por la situación. Yo carraspeaba de vez en cuando para que me tuviera localizado, aunque inmediatamente caía en la cuenta de que no podía oírme. Entonces, realizaba algún movimiento en apariencia casual para rozar mi brazo con el suyo, de modo que supiera que me encontraba junto a él. Natalia aparecía corriendo con las tostadas o las tazas y desaparecía a la misma velocidad. A veces, al depositar los objetos sobre la mesa, rozaba el cuerpo de Daniel, que alargaba su mano en un intento de atrapar la de la niña, que se le escurría entre los dedos como un pez. Mientras desayunábamos, Helen tecleaba sobre la palma de la mano del sordociego cuanto yo comentaba y me traducía sus respuestas, todo ello sin dejar de desayunar. Daba la impresión de poseer cuatro manos en vez de dos, o seis, si pensamos que también tenía que atender con alguna frecuencia a los requerimientos de Natalia. Les pregunté cómo discutían, pues no era capaz de imaginarme a la pacífica Helen escribiendo con furia un improperio sobre la palma de la mano de su marido. Se tomaron la pregunta con humor y Daniel añadió que él, al no ver ni oír, tenía ventaja en las peleas conyugales.