jueves, 19 de diciembre de 2013

SOPA DE ALMENDRA (Postre de Navidad)

Hoy con permiso de María Jesús cuelgo una receta de cocina de mi abuela que aprendí a fuerza de explicar a los/as clientes/as en la pastelería de mi padre y que hago todos los años para Navidad, las fotos son de la sopa del año pasado :



INGREDIENTES:

  • 200 Grs. de mazapán, mejor crudo, lo venden en las pastelerías en forma de barra.
  • 2 Litros de leche
  • 6 Cucharadas soperas de azúcar (al gusto).
  • Sopas de pan
  • Canela en rama


COMO PREPARAR EL POSTRE:

Tostar en el horno las sopas de pan, la cantidad un poco al gusto, aproximadamente llenar la bandeja de horno sin amontonar. Mientras tanto calentar la leche al fuego con la canela en rama, una vez caliente disolver en la leche el mazapán(que se va echando a pellizcos)  y el azúcar.

En una cazuela de horno (un poco alta ya que la leche subirá) echar las sopas de pan tostadas y luego la leche para que empape bien.

Meter al horno a una temperatura de 180 grados, hasta que esté dorado por encima, aproximadamente media hora.





Dejar enfriar y sabe a Navidad.

martes, 17 de diciembre de 2013

Inaugurada la III Ruta de los Belenes de la JdC y la exposición 'Dioramas' en el Museo de Semana Santa

El presidente de la Junta de Cofradías, Jorge Sánchez Albendea, acompañado por la Comisión Ejecutiva de la institución nazarena conquense, ha inaugurado en el Museo de Semana Santa la III Ruta de los Belenes junto con representantes de las hermandades participantes. 

Se trata de una de las iniciativas más exitosas de la Junta de Cofradías en los últimos años, de ahí que se haya decidido reeditarla de nuevo esta Navidad. 

En esta ocasión, participan en la Ruta las mismas hermandades del año pasado 

V. H. de Nuestra Señora de la Soledad -del Puente-, 
V. H. de Nuestra Señora de la Amargura con San Juan Apóstol, 
V. H. del Santísimo Cristo del Perdón -La Exaltación- y V. H. de Nuestro Señor Jesucristo Resucitado y María Santísima del Amparo

Cuatro en total con sus correspondientes belenes, a las que se suma el Museo de Semana Santa con la exposición “Dioramas” de Arturo García Patiño. 

El mecanismo de participación en la III Ruta de los Belenes es el mismo de años anteriores. 

Se han impreso cupones a disposición de los participantes, en los que deberán ir coleccionando los sellos de las diferentes hermandades conforme vayan visitando los nacimientos que han instalado en sus sedes, así como el que corresponde al Museo de Semana Santa. 

Una vez hayan completado el cupón, deberán rellenarlo con sus datos y depositarlo en las urnas que habrá instaladas junto a los belenes de la Ruta. Con su cupón completo y relleno los visitantes participan en el sorteo de una cesta de productos que incluye un jamón, un estuche de vino y regalos de las hermandades. 

El sorteo tendrá lugar el 10 de enero a las 19 horas en el Museo de Semana Santa.

A fin de que puedan participar tanto conquenses como turistas, en el cupón de la III Ruta se incluye un pequeño mapa en el que se muestra la ubicación de cada uno de los belenes, para facilitar la participación todo lo posible. 

Desde la Junta de Cofradías han animado a todo el mundo a formar parte un año más de esta iniciativa y a visitar los belenes de las hermandades y los que están en el Museo de Semana Santa, ya que llevan meses de trabajo en muchas ocasiones y merece la pena verlos por su belleza artística. 

El horario de la Ruta de los Belenes de 2013 se ha establecido de la siguiente manera: del 18 de diciembre al 6 de enero de 2014 se podrán visitar los belenes todos los días de 18 a 21 horas, mientras que los días 24 y 31 de diciembre y el 5 de enero el horario es especial y se reduce en una hora, estando abiertos de 18 a 20 h. 

viernes, 13 de diciembre de 2013

CARTA A MI NIETO

El relato que me ha enviado hoy María Jesús se lo ha currado, es en audio y es la carta de una abuela enferma de alzheimer a su nieto, en mi opinión no le sientan muy bien las navidades, os pego el enlace

CARTA A MI NIETO

jueves, 12 de diciembre de 2013

EL ABUELO ADOPTADO

Cuando sirvieron la comida, Luis dijo solemnemente a su mujer y a sus dos hijos: 
“Mañana iremos al asilo a ver al señor Julio. para mí es muy importante, pero ya os contaré la historia”. 
Todos vivieron el resto del día pendientes del viaje. Los niños se preguntaban qué sería aquello y porqué papá estaba tan excitado…  
Al día siguiente temprano, partieron hacia la residencia. Al llegar, el celador los condujo a una sala enorme donde varios abuelos jugaban a las cartas, veían la televisión, o, como el señor Julio, dormitaban aburridos en un sillón. Luis se acercó a él, y, abrazándolo cariñosamente le dijo:
“¡Despierte, buen hombre,  vengo a verlo con mi familia y lo encontramos aquí amodorrado a las 12 de la mañana, ¿no ha dormido esta noche?!” 
El señor Julio,  sorprendido y emocionado, lo reconoció inmediatamente aunque sus ojos no podían verlo. Lo abrazó y le susurró con amargura:
“¿qué quieres que haga? ¿Cómo se te ocurre traer a estos niños tan pequeños a esta casa llena de miserias”
Luis puso a Sandra y a Javier en los brazos del anciano, y los niños le besaron y  entregaron sus regalos. Julio se relamía al oler las chocolatinas. Pero al desenvolver el paquete que le entregó Javier quedó extrañado sin saber qué contenía. Los niños le dijeron que era un lector, un aparatito con el que podría leer libros o escuchar música, muy sencillo de manejar. Él, incrédulo, les sonrió diciendo:  
“Los niños os las sabéis todas, pero los abuelos no hemos conocido nunca la tecnología moderna”  
Pasaron dos horas muy agradables enseñando al señor Julio a manejar el lector, y cuando se fueron, él ya sabía cómo leer. Los niños quedaron muy impresionados al ver lo solo que se encontraba,  y a la vez se alegraron de haberle llevado el aparatito para que  al menos esa soledad se hiciera más tenue. Por el camino, el papá les contó la historia:
“Cuando yo sólo tenía 12 años, mis padres, (vuestros abuelos), murieron en un accidente de tren. Yo me salvé porque no iba con ellos en ese fatídico viaje. No tenía a nadie que me amparase, ni sabía hacer nada en casa. Me vi obligado a mendigar por las calles y en una ocasión acudí a un señor ciego que vendía lotería en un quiosco. Llevaba 3 días sin comer y así se lo dije. Él me llevó a un bar y dijo al camarero que me dieran todo lo que se me antojara y luego le pasaran la factura. Comí opíparamente aquel día, pero en mí quedó marcada la huella de la generosidad del señor Julio.
Ya no  volví a pedirle comida por más que me ofreció el bocado cuando lo necesitara; me daba vergüenza recurrir a un señor que tenía pocos medios para ganarse la vida y que estaba expuesto a la intemperie a diario. Yo trabajé duro desde que murieron mis papás: lavé coches de señoritos; limpié portales y garajes; ayudé en el campo… Hasta que ahorré algún dinero y pude abrir mi carnicería. Hace poco tiempo, por una clienta me enteré del ingreso del señor Julio en ese asilo; ya no podía vivir solo en casa y tampoco quería ser una carga para sus hijos… Muchas veces he pensado que si vosotros quisiérais, lo traía a casa.”
Los niños aplaudieron a su padre, gritando y pidiéndole a mamá que aceptara adoptar al señor Julio como abuelo, ellos nunca habían conocido a los suyos y querían oírle contar historias, jugar con él y llevarlo de paseo. Elena, que tenía un hermoso y gran corazón, aceptó tras titubear un poco.  El día de San julio, Luis fue a buscarlo y le dijo que le tenían un gran regalo en casa. Cuando llegaron, los niños saltaban y lo abrazaban llenos de contento. El hombre, lleno de emoción,  preguntó dónde estaba su regalo, y los dos muchachos, cogiéndolo de la mano, lo llevaron a una habitación donde le tenían preparadas toda suerte de comodidades, ¡Incluso un ordenador con programas adaptados para poderlo manejar! Solemnemente y a dúo, le dijeron: 

“¡Abuelo, nuestro regalo es esta casa en la que vivirás para siempre con nosotros, porque te vamos a adoptar!”
Desde ese día, el señor Julio ya no sufre ni llora,  no está  solo. ¡Es el abuelito adoptado en la casa de aquél a quien un día libró del hambre y la penuria!
     

 María Jesús Cañamares